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Mostrando entradas de julio, 2017

Un encargo muy especial

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Su padre nunca le golpeó. Jamás abusaron de él. Era un impulso innato, sin más. Desde pequeño lo había sentido. Con veintiún años la cosa se le fue de las manos y acabó en prisión. Por una parte resultó ser un alivio. Cuando le detuvieron, no tuvo problema en reconocer sus atrocidades. Seis cruentos crímenes, más propios de una bestia que de un ser humano. Su vida en prisión no fue mala del todo. Se graduó en Historia del Arte. Tuvo todo el tiempo del mundo para pensar. Ideó cientos de  formas distintas de matar, con todo detalle. Paso a paso...sin dejar ningún por menor al azar. Cada forma más elaborada, más cruel, pensada para producir el máximo daño posible a la victima...y el más sublime de los placeres para él. Estaba deseoso de poder ponerlas en práctica. No era tonto, sabía que tendría que esperar unos años desde que consiguiera la libertad condicional, con toda probabilidad le estarían vigilando. El día llegó. Todo llega. Su familia lo había repudiado, lógico. No f

Más de veinte años.

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Me hipnotiza mirarte. Pasaría horas contemplando tu belleza. Tus piernas son infinitas. Cuando las acaricio, no deja de sorprenderme la suavidad de tu piel. Siempre es la primera vez, a pesar de llevar más de veinte años haciéndolo. El simple hecho de acariciarlas, agita mi alma. Tú cadera es miel de azahar. ¿Qué tendrán esas curvas? ¿Qué tendrán esas formas? Ni las más fina de las canelas, ni las más bella flor, ni el más perfecto de los atardeceres...nada he hallado comparable a tus caderas. Ni sol, ni luna, ni estrellas... ¿Y tus pechos? ¿Y tu espalda? ¿Y tus manos? Incapaz soy de describir tales tesoros, por los que el más temido de los corsarios habría vendido sus barcos, sus tripulantes y hasta su alma al mismísimo innombrable. ¿Tus ojos? el más puro azabache, ¿tu pelo? la más bella crin del mejor pura sangre hito... Y a pesar de tu exquisitez, a pesar de tu finura, me elegiste a mí. A mí. A un don nadie, a un pobre diablo que ni siquiera llegó a recibir sus

Mi querida Gárgola

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Mi querida Gárgola, aquí estamos otro día más. Tú y yo, solos. ¿Cuántos años ya? uffff, ni me acuerdo, pero muchos. Recuerdo el día que llegué. Te odié, pero no te ofendas. Odiaba a todo el mundo, a todos los anormales. Cuando yo también era anormal, nunca me paré a pensar en la gente que tiene problemas, que no llega a fin de mes, que tiene terribles enfermedades o que como yo ahora, va en silla de ruedas. Aquel día en la playa, cuando me arrojé de esas rocas, realmente no me quede parapléjico. Más bien fue como si pasara una puerta dimensional a un nuevo mundo. Al principio fue un puto shock. No hacía nada más que preguntarme el por qué. Luego eso se me paso. A la gente también se le pasó. Al principio me llamaban a diario, me visitaban, querían hacer planes conmigo...es ley de vida, no los culpo. Al fin y al cabo, ellos continúan siendo anormales.  Mi vida pasada se esfumó, pero se abrió ante mí otra nueva. El mayor cambio no ha sido en el cuerpo, no ha sido no poder ca

Tu reflejo

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Intento verte, intento conocerte, intento que no solo seas un delicado y exquisito reflejo. Pongo todo mi empeño. Me esfuerzo, pero no lo consigo. Continúo viendo, solo, el reflejo. No es que no me sienta gozoso de verlo, pero anhelo contemplar tu imagen real.  ¿Quién eres realmente? ¿De dónde vienes? Quizás, a la postre, solo seas un reflejo... O quizás estoy soñando...sí, puede ser eso. Los sueños son desmedidos, se pierde la noción del tiempo. Adolecen de lógica. Van y vienen a su antojo, como una hoja mecida por el viento de otoño. ¿Tendría razón el Filósofo?, ¿Estaré cautivo en el interior de una caverna?, ¿Percibiré solo tu sombra?, ¿A caso perteneces al mundo de lo inteligible y yo al de lo sensible?... Se me agolpan las preguntas que carecen de respuestas. Incluso he pensado que puedo estar muerto, ser un difunto, un finado, vagando por este mundo que ya no me concierne, como un ánima, como un alma en pena....  También he intentado desatender el tema. A

No, no somos libres. Reflexiones de madrugada...

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De nuevo desvelado. Espero que no se convierta en una costumbre. Quizás sean cosas de la edad, quizás. Reflexionaba sobre la libertad. No sé si en otro plano seremos, al ser humano me refiero, Libres. En este por supuesto que no. Estamos limitados por un sin fin de circunstancias. En primer lugar por nosotros mismos, por nuestro propio ser, por nuestras capacidades. Nuestro intelecto, nuestro cuerpo, nuestras convicciones morales y religiosas, por nuestros conocimientos... En segundo lugar por nuestro entorno: Nuestras circunstancias económicas, nuestro lugar de residencia, nuestras obligaciones familiares y laborales... La libertad , junto con la justicia , son dos putos engaños. Dos palabras carentes de significado real, dos quimeras que nos hacen creer reales desde pequeños. ¿En qué más nos habrán engañado? Así, sin pensar mucho, en la verdad . La palabra verdad es tan relativa como las anteriores. No existe una verdad única y absoluta, cada uno tenemos la nuestra

Una persona buena. Carta de un adolescente a su abuelo.

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El día que te fuiste lloré durante horas. Fue la primera vez que la muerte me arrebataba algo. Luego lo hizo más veces, pero esa fue la primera vez. Mi madre me decía que no llorara, que el abuelo estaba en el cielo, con Dios. Recuerdo que me dí la vuelta y lloré con el corazón encogido, no quería que me vieran. Mi otro abuelo decía que llorar era de maricas y yo no quería ser un marica.  Me enfadé mucho con Dios. Él tenía mucha gente con él, aparte de los ángeles y todo eso. También fue la primera vez que me enfadé con Dios, y también me enfadaría más veces con los años. No te vi muerto abuelo, tampoco fui a tu entierro, decían que era pequeño para esas cosas, que ya tendría tiempo. Recuerdo que la primera noche tras tu muerte, tuve un extraño sueño. Soñé que la abuela, tu esposa, había muerto, y tú aún estabas vivo. Estabas sentado junto a mí, contándome que la abuela había muerto.En ese momento no entendí nada. Con los años entendí perfectamente el sueño y supe que

Oporto 13:30 horas

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Todas las mañanas a las 08:00 horas, mientras tomaba el café y un par de cucharadas de aceite de coco virgen, consultaba el correo electrónico de la empresa. Me gustaba la rutina. La necesitaba. 07:00 horas, levantarse y treinta minutos de jogging. Ducha, desayuno y correo electrónico. La empresa se reenviaba el correo así misma. Yo entraba con la clave y veía las posibles novedades. Era más seguro. Deseaba que hubiera algo, llevaba casi tres meses inactivo. Ahí estaba. Sonreí. Una dirección de Oporto, me encanta Oporto. A las 13:30 sería el show. A las 11:00 horas debía estar en las inmediaciones de la cafetería Majestic. No para ver su bello estilo Art Decó. Allí cambiaría el vehículo, me entregarían la herramienta y las llaves del apartamento. Una zona muy turística y con mucha gente, no hay que facilitar las cosas a la pasma. El viaje desde España lo haría según el protocolo. Furgoneta blanca, mediana, sin rotular. Nada de parar a repostar, a tomar café o a mear. S

El Faro de los enamorados

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Era la noche de San Juan. Las playas de la localidad estaban a rebosar. Bebida, comida y bailes por doquier, amén de los fuegos propios de la fiesta.  Ellos ya se gustaban, eso era evidente. Miradas furtivas, alguna sonrisa...incluso una tarde sus manos se cruzaron fugazmente. La noche de San Juan él se acercó a ella. Estaba preciosa con ese simple vestido color cerúleo y esa bella melena recogida en una coleta. ¿Sus ojos? , sus ojos brillaban más que el mismo fuego. Ella accedió a dar un paseo con él. De la mano, se alejaron del bullicio. Sus pies descalzos dejaban huellas en la arena, como si de las migas de pan de Pulgarcito se trataran. Ambos eran bellos y ambos eran inocentes, no contaban con más de quince años de edad. Reían y se miraban, abriendo sus inocentes corazones el uno al otro y el otro al uno. Su felicidad se podría haber cortado con un cuchillo...es lo que sucedería minutos después. Mitad aventura y mitad buscando evitar miradas ajenas, se adentrar

El Circulo.

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Desde hacía semanas tenía el mismo sueño: Corría por un bosque, asustado, como huyendo de alguien o de algo. Salía a una zona desbrozada, y en una esquina había un círculo de piedra. Como esos círculos a los que se le atribuyen propiedades mágicas de protección. Me acercaba, jadeante, al circulo...y justo cuando me disponía a entrar en él, me despertaba. Intento ser un tipo racional, pero no negaré que siempre he pensado que los sueños son vectores de información. De hecho, son producto de nuestro subconsciente, de esa información que no pasa al plano del raciocinio. Quizás me equivoque, pero no lo creo. Pasaron los meses. El sueño cesó, sin más. Me olvidé de él por completo. Un atardecer del mes de noviembre, regresaba de un viaje de trabajo de la preciosa ciudad de Burgos. Pasé Madrid con fluidez, quería llegar con hora de cenar y de ver a mi familia. Ya en tierras manchegas, ocurrió. En una de esas miradas furtivas que se escapan al paisaje mientras conduces, vi el círculo

Abre los ojos cielo

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Era la encarnación  viva de la mítica canción de Barón Rojo " Chicos del Rock ". A finales de la roquera década de los ochenta, su madre, haciendo un tremendo esfuerzo económico, le compró su primera guitarra eléctrica, una autentica Marshall jcm 600 vintage. Su padre los había abandonado años atrás, y su madre se había visto obligada a ganarse la vida limpiando domicilios ajenos. Salía muy temprano de casa, aún de noche y regresaba también de noche. Él estaba comenzando su adolescencia y no lo llevó nada bien. Durante años culpó a su madre de que su padre saliera huyendo y la trató a patadas. Eso lo llevaba dentro y más de una vez, con un par de whiskys había llorado y se había maldecido por ello. Se refugió en el Rock. Su madre, a la que trató tan mal, le compraba de cuando en cuando LP´s de sus grupos favoritos: Barón Rojo, Barricada, Metallica, Iron Maiden...y su mayor anhelo, su deseo más intimo al que dedicaba la mayoría de sus ensoñaciones, era aprender a toca

En el silencio de la noche

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Cuando la noche por fin ganaba la contienda al día. Cuando reinaba en cada rincón y cubría con su oscuro manto cualquier atisbo de luz. Entonces es cuando se sentía pleno. Se sentaba en una gran butaca de cuero ya desgastado. Se servía un whisky con hielo y encendía un cigarrillo. Ahí empezaba a vivir plenamente. En el silencio de la noche, interrumpido solo por el mágico sonido del tabaco al quemarse. Cerraba los ojos y los veía. Al principio no reparó en ellos, pensaba que eran meras ensoñaciones. Más tarde se dio cuenta. Lo estaban esperando. Era gente diversa, de diferentes edades, diferentes vestimentas...Solo tenía que cerrar los ojos. Le miraban directamente...Una anciana con un pañuelo negro y tez muy morena, un niño rubio con un camión de bomberos, un tipo con barba y un traje oscuro...Todos le miraban directamente a él. Algunos le sonreían, otros lo miraban desafiantes... En el silencio de la noche, entre caladas a los cigarrillos Cámel y tragos al whisky Whi

Calverton, Nottingam y otras historias. Reflexiones de madrugada...

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Recuerdo muchas cosas de ese viaje. Solo era un adolescente y salir de España fue una gran experiencia. El primer recuerdo que me viene a la mente fue descubrir aquel bello mar. Verde y sin agua, pero un bello mar. Tan mar como cualquier otro mar. Me recuerdo sentando en el banco de la parada de autobús, de un pequeño pueblo llamado Calverton. Esperaba el bus hacía Nottingam. Desde ese banco, frente a mí, estaba ese precioso mar verde y sin agua. Desconozco, aún hoy, el cultivo del que se trataba. Era parecido al trigo cuando está todavía verde y sin espigar, pero mucho más espeso, más denso. El viento lo movía de un lado a otro, como si de pequeñas olas se tratara. Lo contemplaba maravillado. Me hacía pensar en mi padre, más de campo que un terrón. Pensaba que le encantaría contemplar ese espectáculo... La temperatura era perfecta. Ese ambiente fresco con el que me siento a gusto en camiseta. Y esos magníficos nublados que aportan la melancolía en la que soy

El retrato

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Durante años, muchos años, detestó las fotografías. Le producían una singular tristeza que carecía de fundamento alguno. No solo las suyas, es más, no especialmente las suyas, pues la tristeza se agravaba cuando los retratos eran de sus seres queridos. Su relación con la fotografía, en sus primeros años de vida, fue meramente testimonial. No tenía fotografías de su bautizo, no existía foto alguna de cuando era un bebé, de hecho, no había ninguna foto hasta contar con unos cuatro años de edad. Aparecía junto a su madre y hermano, en el campo, frente a un río. Recordaba perfectamente el momento en el que se tomó dicha instantánea. No tenía fotos, de acuerdo, pero si tenía una buena memoria. Con el transcurso de los años su relación con el retrato no mejoró. Su aversión por las fotografías se acrecentó y se sumó ese extraño sentimiento de tristeza cuando las contemplaba. Pasó el tiempo. Se casó. Tuvo hijos. No uno, ni dos, ni tres, ni siquiera cuatro. Tuvo cinco, a cada c

En la plaza de la Boquería

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Nunca olvidaré aquel medio día en la ciudad Condal. Acababa de dejar al informado en su domicilio. Tenía toda la tarde por delante para disfrutar de Barcelona. Lo primero que haría sería tomarme una Voll-Damm doble malta bien fría. Después hablaríamos de cava...si, en esta profesión se bebe bastante, por no hablar del maldito tabaco... Estaba sudando. Soy de interior y la humedad de las ciudades costeras me mata, y más en agosto. No tenía mi mejor pinta. Camiseta negra, bueno, ya gris del uso, vaquero y zapatos no muy limpios. Seguro que me mirarían mal cuando entrara al restaurante, pero estaba acostumbrado y francamente me la pelaba. Me paré en la plaza de la Boquería a contemplar un bello dragón de mar, en forja, que estaba sujetando un farol. Muy oriental. Podría ser un bonito tatuaje. Entonces sentí el roce de tu brazo con el mío. Fue un auténtico shock. Miles de imágenes se agolparon por un mili-segundo en mi mente. Nunca antes había sentido nada igual.

La otra niña muerta de mi querido poeta

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Tenía un sabor metálico en la boca. El olor que percibía mi mente era como a humedad. Pero no una humedad cualquiera, una humedad de esas dañinas, de esas nefastas, de esas que producen un frontal rechazo en quien las percibe. Un zumbido permanente resonaba en mi cabeza, como una triste petenera. Mi visión era extraña. No sabría explicarlo. Es como si no reconociera las imágenes que veía.  La niña estaba tumbadita en la cama. Su respiración era superficial. Sus bellos rizos rubios parecían ajenos al drama. Tenía sus ojitos cerrados. La madre lloraba compungida, loca. La vecina, esa señora mayor y oronda, estaba fuera de sí, insistía en vestirla, amortajarla, decía que luego costaría más trabajo. Blandía el vestidito blanco de organza, el que iban a utilizar para su comunión, como si de una puta bandera de paz se tratara. El cura seguía con sus rezos, y el padre con su vino, maldiciendo la suerte de su amada hija y desafiando abiertamente, a grito pelado, a ese puto Dios, a ese

No puedes ser otra cosa

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Llevo casi dos décadas viviendo prácticamente en la calle. Vivo y siento la calle de forma transversal. Me relaciono con ricos, con pobres, con rojos, con fachas, con delincuentes, con la pasma. Se puede decir que tengo una visión amplia de lo que puede ser un ser humano. O eso creía, hasta que apareciste tú. Me descolocaste. Pensaba que ya nada podía sorprenderme. Craso error. Conocerte fue como despertar de un k.o. Abres los ojos. Lo primero que ves es la luz. Los primeros segundos son desconcertantes. No sabes donde te encuentras, qué día es o qué cojones ha pasado. Así me sentí yo. Desconcertado. Revisé mis etiquetas mentales, pero no encajabas es ninguna de ellas. Investigué, no lo hago mal. Consulté libros, incluso imploré ayuda a G.A.D.U. Finalmente recurrí a un hombre sabio. Me preguntó: Dime la primera palabra que se te ocurra pensando en ella. Luz, le contesté. Sin duda, luz. Se quedó pensativo y dijo: Descríbela. No puedo, le contesté. No tengo palabras, n

Vacío y Lleno. Reflexiones de madrugada...

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Que mente y cuerpo están íntimamente unidos no es ninguna novedad. No hace falta tener el mas mínimo conocimiento de Filosofía o Psicóloga para saberlo. Basta con peinar algunas canas para haberse hecho tal reflexión, en el caso de las personas ordinarias como yo. Las mentes preclaras supongo que averiguarán esto en su juventud o incluso en su adolescencia. Cuando estás contento, te sientes pleno. Derrochas energía y fuerza. Cuando estás jodido, todo lo contrario. Cualquier nimio esfuerzo es un puto mundo. Cuando eres feliz, sientes una suerte de plenitud en todo tu ser, en mi caso especialmente focalizada en la zona media del cuerpo, quizás coincidente con el estómago. Cuando estás jodido, sientes un vacío. Un puto vacío en tu interior. Como si de algún modo no tuvieras órganos, vísceras... como si no tuvieras nada. En mi caso, también lo percibo en la parte media del cuerpo. Normalmente estos estados extremos del alma se deben a circunstancias concretas. Circunstancias q

El otro Café Gijón

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Pensó que sería lo mejor. Lo analizó de forma pausada, como solía hacer siempre. No veía otra alternativa. Sabía que se arrepentiría durante toda su vida, pero sencillamente no tenía otra opción. Era curioso. Se pasaba el día sirviendo cafés, cervezas y comida a gente rica. Gente cuyos vehículos costaban más que la casa en la que ella vivía. Gente, cuyos relojes costaban lo que ella no ganaba en un año... María era camarera en el Café Gijón, el mítico local donde antaño se reunían literatos y otros artistas, y ahora, en plenos ochenta, era concurrido por yuppies perfectamente engominados y trajeados. María pensaba que tendrían ellos que no tenía ella. Pensaba por qué ganaba escasamente para comer, trabajando de sol a sol, y ni siquiera sacaba para vivir dignamente. Su marido había fallecido recientemente, y ella sola tenía que alimentar a sus dos hijos. No podía con un tercero. Era matemáticamente imposible. El Párroco del barrio se portó muy bien con ella.

Blues ojos azules

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Este es uno de esos tipos que no es fácil de entender. Puede parecer, a simple vista, que pasa de todo, que va "a la suya". No no, no es eso ni de lejos. Simplemente su escala de valores difiere de la que tiene la amplia mayoría. No es mejor, pero tampoco peor. Es, diferente.  Relativiza las cosas del día a día, y eso exaspera al más pintado. Tiene claro que está puta vida es un tránsito, una raya en el agua en una existencia bastante más vasta (me encantan las aliteraciones). Me gusta compararlo con el Blues ojos azules. Este tipo de música, el Blues, es música negra. Todo el mundo sabe que son ritmos negros. Pues bien, ha habido, y hay, tipos blancos como la nieve que se han empeñado, poniendo toda su alma, en cantar estos iniciáticos ritmos. Jodidos tipos blancos cantando Jazz. Ríete tu de las etiquetas y de los estereotipos. Así es él. Desde pequeño se empecinó en hacer cosas para las que no reunía las más mínimas cualidades. ¿Errores?, cinco mil, pero la v

La Parada

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Todas las mañanas se levantaba animado por la mera idea de verla. Llegaba con media hora de antelación e incluso se preocupaba por su aspecto, cosa que nunca había hecho. Intentaba no repetir camisa, llevar los zapatos limpios, peinarse correctamente, perfumarse... Ella era una chica preciosa. Casi le dolía contemplarla. Siempre iba guapa, independientemente de lo que llevara puesto. Falda, pantalón, blusa, camisa...Y que decir de su hermoso pelo, recogido a veces en una coleta, suelto otras, rizado, liso... y los ojos... Ufffffff, los ojos eran increíbles. No muy grandes, achinados y de una viveza sin igual. Nunca había hablado con ella, cierto, pero al menos le daba diariamente los buenos días. Si algún día no la veía, se preocupaba...Si, puede parecer absurdo, pero es lo que ocurría. Incluso un día llegó tarde al trabajo esperando el siguiente bus, por si acaso se había retrasado... Un lunes, un lunes cualquiera, la chica no acudió a la parada. No le dió importancia. Pe

Sola

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Así estaba ella, o así creía estarlo. Poco importaba. Si te sientes solo, da igual que no lo estés, lo estás. Sentada en la cama, se quedó absorta contemplando la parte de su cuerpo que se reflejaba en el espejo del dormitorio. Un reflejo solitario, un reflejo que proyectaba una parte sesgada de su propio cuerpo, de su propio yo. Esa era la visión que tenía sobre si misma, sesgada, a pesar de ser una mujer completa. Guapa, atractiva, inteligente, madre, esposa, culta, profesionalmente exitosa, bien situada socialmente...Pero sola... Sola? Había mucha gente pendiente de ella. El teléfono lo tenía a rebosar de notificaciones de WhatsApp, Messenger, correos electrónicos. Tenía muchos admiradores entre el bando masculino, no en vano pocas mujeres podrían considerarse más interesantes que ella. Todo eso daba igual. Daba igual porque ella misma no se acompañaba. Ella misma no era capaz de ver en sí nada más que esa imagen sesgada que reflejaba el espejo del dormitorio. I