El retrato

Durante años, muchos años, detestó las fotografías. Le producían una singular tristeza que carecía de fundamento alguno.

No solo las suyas, es más, no especialmente las suyas, pues la tristeza se agravaba cuando los retratos eran de sus seres queridos.

Su relación con la fotografía, en sus primeros años de vida, fue meramente testimonial. No tenía fotografías de su bautizo, no existía foto alguna de cuando era un bebé, de hecho, no había ninguna foto hasta contar con unos cuatro años de edad. Aparecía junto a su madre y hermano, en el campo, frente a un río. Recordaba perfectamente el momento en el que se tomó dicha instantánea. No tenía fotos, de acuerdo, pero si tenía una buena memoria.

Con el transcurso de los años su relación con el retrato no mejoró. Su aversión por las fotografías se acrecentó y se sumó ese extraño sentimiento de tristeza cuando las contemplaba.

Pasó el tiempo. Se casó. Tuvo hijos. No uno, ni dos, ni tres, ni siquiera cuatro. Tuvo cinco, a cada cual más bello y más amado. Pero no cambió. Nunca llevó fotografías de ellos en la cartera, o en el parasol del coche. Nunca sintió el deseo irrefrenable de inmortalizar sus primeros pasos, sus graduaciones, sus cumpleaños... sentía un profundo pánico a realizarles fotografías. Sabía que la tristeza se apoderaría de él.

Los años continuaron pasando, inexorables. Se dio cuenta que relacionaba, inconscientemente, la fotografía con la muerte. Una de esas conexiones que hace la mente humana sin aparente sentido. Para más castigo, en su trabajo realizaba fotografías a diario. Si, a diario...Ya sabéis el dicho...Si no quieres caldo, toma dos tazas...

Ocurrió un día cualquiera. Se sorprendió mirando un retrato de su mujer. Se sorprendió de la calidez que le trasmitía. No había atisbo alguno de tristeza, muy al contrario, había sentimientos de amor, de admiración... estaba bellísima.

Ahora este tipo está curado. Y sin necesidad de acudir a terapia. Solo ha necesitado unos treinta años de su vida, como se dice en el sur, una copla....

Aún hoy, a veces, se levanta de madrugada. Enciende un cigarrillo y va a buscarlo. Si, va a buscar ese retrato, esa fotografía de su esposa. Absorto, transcurren los minutos y cuando regresa a la cama, se pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué ese retrato?....

Pepe Desastre. Todos lo derechos reservados.

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