Mi querida Gárgola

Mi querida Gárgola, aquí estamos otro día más. Tú y yo, solos. ¿Cuántos años ya? uffff, ni me acuerdo, pero muchos.

Recuerdo el día que llegué. Te odié, pero no te ofendas. Odiaba a todo el mundo, a todos los anormales. Cuando yo también era anormal, nunca me paré a pensar en la gente que tiene problemas, que no llega a fin de mes, que tiene terribles enfermedades o que como yo ahora, va en silla de ruedas.

Aquel día en la playa, cuando me arrojé de esas rocas, realmente no me quede parapléjico. Más bien fue como si pasara una puerta dimensional a un nuevo mundo. Al principio fue un puto shock. No hacía nada más que preguntarme el por qué. Luego eso se me paso. A la gente también se le pasó. Al principio me llamaban a diario, me visitaban, querían hacer planes conmigo...es ley de vida, no los culpo. Al fin y al cabo, ellos continúan siendo anormales. 

Mi vida pasada se esfumó, pero se abrió ante mí otra nueva. El mayor cambio no ha sido en el cuerpo, no ha sido no poder caminar. El autentico cambio está dentro de mí. Volverme normal, no ha sido tan malo si lo piensas bien. Tengo todo el tiempo del mundo para reflexionar, para leer, para escribir, para estudiar a los anormales y como no, para  hablar contigo, mi querida Gárgola.

Podría hacer más cosas, pero paso. Mi relación con los anormales no creo que se pueda recuperar. Me encuentro a años luz de ellos, juego otra liga distinta. Me encanta salir a la terraza y charlar contigo. Desde aquí nos entretenemos viendo a los anormales. ¿Te has fijado como van? Corriendo a todas partes. Se cruzan por la calle y ni siquiera se miran. Todo el día mirando los jodidos teléfonos, no sé qué cojones esperan de ellos. Me gusta pensar que son hormigas, hormigas en un hormiguero. Parecen estar programados. Cada una sabe lo que tiene que hacer y el resto le importa una mierda. Lo que aún no sé es quién es la Reina.

Acepté que yo estoy así porque es así, punto. Tú, querida Gárgola, también tienes lo tuyo. Te hicieron con alas, para volar, pero también te hicieron de piedra, para que no te pudieras mover...no me extraña que estés todo el día sacándole la legua a los anormales.

Ni siquiera echo de menos el sexo. El médico me dijo que con la medicación adecuada, podría tener relaciones sexuales plenas. ¿La verdad? no me apetece. Cero. ¿Follar por follar? paso, también paso. Bueno, quizás me lo pensaría con nuestra vecina de enfrente. Si si, esa rubia... no Gárgola, no te enteras de nada. No es porque sea rubia. Son varias cosas. Me parece una chica interesante, a pesar de ser anormal. Y si, te lo confieso, ese tatuaje en el muslo....guau, me pone...

¿Sabes qué es lo que me hace más gracia? hay algunos anormales a los que les doy pena. Pobres, ellos que pasan por esta vida y ni se enteran...en fin, no te dejo ni hablar. Cuéntame tú ahora, mi querida Gárgola...


Fotografía: Gema Benito. Texto: Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Faro de los enamorados

¿Me quieres?

Dos reales y un céntimo