Vacío y Lleno. Reflexiones de madrugada...

Que mente y cuerpo están íntimamente unidos no es ninguna novedad. No hace falta tener el mas mínimo conocimiento de Filosofía o Psicóloga para saberlo. Basta con peinar algunas canas para haberse hecho tal reflexión, en el caso de las personas ordinarias como yo. Las mentes preclaras supongo que averiguarán esto en su juventud o incluso en su adolescencia.

Cuando estás contento, te sientes pleno. Derrochas energía y fuerza. Cuando estás jodido, todo lo contrario. Cualquier nimio esfuerzo es un puto mundo.

Cuando eres feliz, sientes una suerte de plenitud en todo tu ser, en mi caso especialmente focalizada en la zona media del cuerpo, quizás coincidente con el estómago. Cuando estás jodido, sientes un vacío. Un puto vacío en tu interior. Como si de algún modo no tuvieras órganos, vísceras... como si no tuvieras nada. En mi caso, también lo percibo en la parte media del cuerpo.

Normalmente estos estados extremos del alma se deben a circunstancias concretas. Circunstancias que se pueden verbalizar con mayor o menor facilidad. El problema viene cuando te encuentras en estos estados sin que medie ningún particular que los produzca.Si sientes ese vacío, profundo y rotundo en tu interior, y no encuentras ninguna razón objetiva que lo haya podido inducir, entonces estás doblemente jodido, mejor consultar un psicólogo...

El alma o el espíritu, o la mente para los más desafortunados, es muy compleja. Igual te eleva a un séptimo cielo, que te deja caer al abismo, sin ningún tipo de miramiento o compasión.

Con el transcurso de los años, he aprendido  que ninguno de estos estados es eterno. Con la misma facilidad que un día, o una mañana, eres feliz, en poco tiempo pueden cambiar las tornas y sentirte jodido. Jodidamente jodido.

Lo mejor de todo,  es que no se a que viene esto. No entiendo el porqué de esta reflexión ahora, en este momento. En fin, tampoco me voy a preocupar en averiguar el origen.
Felices madrugadas, con o sin vacío interior... también tenemos que hablar de las casualidades, de las que creo, ninguna es casual, pero eso será otra madrugada...

Fotografía y texto Pepe Desastre. Todos lo derechos reservados.

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