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Mostrando entradas de agosto, 2017

Hanzo: Rin

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Hanzo era un pura sangre. Dentro de la organización, se denominaban así a los que habían sido criados bajo el amparo de esta. No se conoce el número exacto de puras sangres, como tampoco se conoce el número total de miembros de la organización. Su especial estructura, heredada directamente de los antiguos Shinobi, también conocidos como ninjas, era la más perfecta organización criminal que ningún ser humano ha conseguido constituir hasta la fecha. Su finalidad era simple. Eran mercenarios, sin más. Mataban, extorsionaban, obtenían información, robaban, se infiltraban en instituciones, organizaciones...su cliente era el mejor postor. Desde la Iglesia Católica hasta Clubs de Fútbol, pasando por Gobiernos y Multinacionales.  Hanzo fue arrancado de su familia biológica con tan solo dos años. Fue criado por una familia de la organización en una zona indeterminada de los pirineos italianos. Creció con ausencia total de cariño y mano de hierro. La finalidad estaba clara: Ausencia tot

Oh Carol I'm still in love with you

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Aún tengo metida esa preciosa canción en la cabeza y aún estoy perdida e irremediablemente enamorado de ti, Carol. Mi querida Carol. Pensé que el tiempo lo cura todo, una falacia. Han pasado... ¿Cuantos?, ¿Cincuenta años?, quizás más, no lo sé. Me casé, si, que iba a hacer, pero no te olvidé jamás. Todos los días de mi vida te he recordado y como dice la canción, todavía estoy enamorado de ti. Mi mujer se portó siempre bien conmigo. Demasiado bien. Ella sabía que no la quería, incluso que la detestaba, pero siempre me trató bien... pobre infeliz, tampoco daba para más... No olvidaré el primer día que te vi. Estabas preciosa con esos pantaloncitos cortos verdes y esa camiseta blanca con pequeñas flores silvestres. Creo que fue la primera vez en la que unos ojos femeninos captaron mi atención de esa forma. Los hubiera mirado durante horas. Todavía, cuando voy a dormir, pienso en ellos, en ellos y en nuestra preciosa canción. Solo así puedo dormir. Eras una autentica preciosidad, me

La canción de Bali

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La humedad se calaba hasta los huesos. Detestaba la humedad, más que cualquier otra cosa detestable en este cochino mundo. La neblina formaba un halo mágico en los focos de las farolas, recordándole una típica estampa de la Inglaterra victoriana. Encendió otro cigarrillo y se levantó las solapas del abrigo gris. Sabía que no era buena idea, la lumbre del tabaco podía delatar su posición, pero la nicotina ganaba nuevamente.  Tenía los pies helados, helados y entumecidos. Quizás no tenía ya edad, debía empezar a pensar en retirarse. Retirarse y dejar el puto tabaco. Pero,  ¿Qué iba a hacer? Llevaba toda la vida en el negocio y fumando. Estaba a punto de llegar el objetivo. Tres días de seguimiento habían bastado para sacar sus rutinas. Eran ya las 23:12 horas, en tres minutos pasaría andando por delante de él, entretenido con el smartphone y ausente de todo lo que le rodeaba. Una última calada al cigarrillo y apareció. Esperó a que pasará por delante de él. Comenzó el co

Algo nefasto ocurre

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Cuando un hombre pierde lo que más quiere, todo puede ocurrir. Cuando un hombre pierde lo que más quiere y lo único que tiene, ocurre. Algo nefasto ocurre. Ese día, hasta el cielo lloró. Triste, se tornó gris. Durante todo el funeral sus lágrimas, en forma de lluvia, cayeron incesantes, sembrando semillas de tristeza en todos los presentes. Con el primer trueno, el padre se estremeció. Con el segundo trueno, la idea nació en su cabeza. Con el tercer trueno, lo decidió. Todos lo miraban con pena. Cuchicheaban a sus espaldas, decían " es lo peor que te puede pasar, enterrar a un hijo ". Arantxa era una niña preciosa. No tuvo suerte. Con tres años, una alimaña abusó de ella. Con nueve, su cuerpo reposaba en un ataúd de madera. Su pelo, azabache, hacia un bonito contraste con el tejido blanco, blanco roto como el corazón de su padre, del interior de la caja. El enterrador puso la lápida. El cielo dejó de llorar, su padre también. El silencio era absoluto, doloroso, r

Publicado relato "El Faro de los Enamorados" en solonovelanegra

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Agradecer a los amigos de solo novela negra la publicación en su sección Vera Noir, de una versión de 160 palabras del relato " El faro de los Enamorados ", incluyendo la magnífica fotografía de Gema Benito (gracias Gema!). Agradecer también a Rafael Guerrero, amigo y colega, su interés y ayuda desinteresada. http://solonovelanegra.com/el-faro-de-los-enamorados/

A quien encuentre este reloj

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No sé lo que pensarás cuando encuentres este reloj. Tampoco se quién eres. Puede que seas solo un niño. De ser así, no pensaras nada. Solo pensarás que has encontrado un reloj. Si eres un joven o una persona madura, no te costará trabajo darte cuenta de que me he ido. Para siempre. Ha sido una decisión dura, espero que no me juzgues. Me hubiera gustado dejar una nota escrita, es muy poético, y yo adoro la poesía. Ahí radica el problema. No en la poesía en sí, sino en mi personalidad. Soy una persona muy sensible, no soy normal, no. Ya en el colegio me di cuenta, a la corta edad de cuatro o cinco años. Mi felicidad radicaba en ver a los demás felices. Sufría cuando veía a un compañero llorar, o cuando veía que estaba triste, o cuando veía que otro compañero abusaba de él. No, no me gustaba eso, me hacía pasarlo francamente mal. Cuando empecé la adolescencia, la cosa no mejoró...exacto, fue a peor. Estas cosas suelen ir a peor, si. En esta época pase a una actitud más activa. Cuand

Rojo Caperucita

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Algunos ilusos lo creen. Piensan que el mundo de los cuentos no es real. Están demasiado ensimismados con sus existencias. Ven la luz en el parque. Ven su sombra en el suelo. Sienten en calor en sus cuerpos...pero ignoran que el sol, el astro rey, luce en el cielo. No, no miran hacia arriba. Quizás no tienen esa capacidad. Ignoro si tú, lector, perteneces a este grupo de individuos. De ser así es posible que hoy mires hacia arriba y te sorprendas, solo debes seguir leyendo... Ella caminaba todas las tardes por el campo con unas bonitas zapatillas rojas. Le encantaba el olor a flores, los arboles altivos, el trino de los pajarillos, las fugaces mariposas... caminaba feliz, abstraída en sus pensamientos... y no, no creía en los cuentos. Todas las tardes, pasaba por delante de la casa del lobo. No se fijaba en ella, no le llamaba la atención. Solo era una vieja y descuidada casa. No sabía que Juan, Juan alias "El Lobo" la observaba diariamente desde una ventana. El Lobo

Allí en el Carrusel 5

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Nunca había sido precisamente un latin lover, pero estos últimos días, desde que me dieron el billete hacia el otro lado, algo había cambiado. La fiesta se acababa. La campana de "última copa" había sonado. Dos años. Dos putos años es lo que me daba de vida la Doctora. - ¿Cómo te llamas? Pregunté a la camarera. - " Carlota ", me contestó, manteniendo esa bella sonrisa. - ¿Qué me recomiendas que pida? y una cosa, ¿Algo del menú incluye un café contigo?... No me podía creer lo que le había dicho. Me arrepentí al momento y creo que se me notó. Ella río y me contestó mientras se marchaba algo que no pude entender, pero no parecía molesta. "Joder Elliot, controla", me dije a mí mismo. Carlota volvió, y o eran imaginaciones mías o me estaba haciendo ojitos. -" Toma vaquero, una cerveza . Te he pedido una hamburguesa especial de la casa, parece que arrastras hambre de días..."  y soltó una carcajada, carcajada que acabó de conquistar

Distintas como dos gotas de agua

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Entró en la cafetería dejando un reguero tras de sí, estaba empapado. Le pesaba la ropa y le pesaba el alma. En el ambiente flotaba ese olor a obrador de dulces que le transportaba a su niñez, pero le pasó desapercibido. Estaba mirando dentro de sí, repitiendo una y otra vez esa imagen en el proyector de su mente. Se quitó el tres cuartos marino, que más que nunca hacía honor a su nombre. Dejó los guantes de cuero marrón en una esquina de la mesa en la que se había sentado, junto a la ventana. Paso sus manos por debajo de la mesa. Lo hacía siempre que se sentaba en una mesa de mármol desde que leyó "La Colmena" de Camilo José Cela. Debería sentir frío, había estado más de dos horas bajo la lluvia, pero no, no sentía nada. No pensaba, aún no.  El camarero le dejó el café y un pequeño bombón de chocolate negro y naranja. Estaba envuelto en un papel dorado y tenia la silueta de un tigre o de una pantera, no se podía saber con exactitud. Desenvolvió el bombón y lo dejo caer suave

Allí en el Carrusel 4

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La luz que entraba por la ventana me despertó. Miré el reloj del teléfono móvil. Las diez y cuarto. No tenía prisa. Al levantarme noté un pinchazo en el hombro...El empujón a la maldita puerta.  Hoy era uno de esos días, lo sabía. El primer pensamiento no fue mi enfermedad innombrable, o aquella estancia bajo el Carrusel. Tampoco fueron las cabelleras expuestas en el armario, no. Ni siquiera Julietta, mi hermana. El primer pensamiento fue mi mujer, o mejor dicho, mi exmujer. Me costaba olvidarla. Nunca había entendido porque se marchó con ese tipo. De un día para otro. La única explicación que me dió es que con él se divertía... se divertía... vaya mierda de explicación. Intenté odiarla, pero como olvidarla, no pude...poco importaba ya, mi tiempo estaba tasado y tenía que centrarme en Julietta.  Bajé a la cafetería del hotel, necesitaba ver gente. Pedí un café. Saqué una pequeña libreta. Escribir me ayudaba a poner orden en mis pensamientos. No sabía por dónde empezar, la verdad. Volví

Don Cipote y Sancho Tranca y otras fiestas de guardar, Reflexiones de madrugada

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Hay palabras que adoro y otras que detesto. Imagino que nos pasará a todos. Entre mi lista de palabras odiadas, una de las que más me toca la moral es "Tolerancia". ¿Tolerancia? ¿Quién soy yo para "tolerar" algo?, yo o cualquiera...si, el burro delante... ...El burro de Sancho Panza, por ejemplo. Si, podemos poner de ejemplo la universal novela de caballería Don Quijote de la Mancha. Obra de calado internacional sin duda. No voy a explicar su contenido, pues es de sobra conocido.  ¿Qué hubiera pasado si sus dos insignes protagonistas hubieran sido homosexuales? ¿Hubiera llegado tal obra a donde a llegado la original? A modo de sorna, se me ocurre un gran título para esta versión Gay y un poco subida de tono: " Don Cipote y Sancho Tranca" . Gran historia, el caballero y su escudero sodomizándose bajo la sombra de un gigante, bueno, de un molino... ¿Os dais cuenta? He dado por hecho que de tratarse de una obra de contenido homosexual el sexo exp

Hoy, ayer era mañana, Reflexiones de madrugada

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Entender que hoy, ayer era mañana, no siempre es fácil. Existen básicamente tres posturas que la mayoría de los mortales solemos adoptar, posturas que vamos intercambiando según el devenir de nuestras vidas y que suponen una clara traba en el desarrollo de todo nuestro potencial. No voy a descubrir nada nuevo, los sabemos, pero miramos hacia otro lado la mayor parte de las veces. La primera postura es pensar que mañana siempre es mañana. El mañana nunca llega, nos convertimos en hombres del mañana. Es una postura cómoda, nos da margen, al fin y al cabo hoy no tenemos que hacer nada, lo haremos mañana . El problema es que el tiempo pasa y como hemos dicho, bajo el prisma de esta postura, ese mañana no llega jamás. El paradigma del tiempo es curioso. Mujeres y hombres de mentes preclaras han referido en multitud de ocasiones, que el tiempo no existe, que es un invento del ser humano para intentar comprender el transcurso de la vida. No llego a alcanzar si el tiempo existe o no, lo q

Allí en el Carrusel 3

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Tambaleándome, llegué hasta la vieja silla de anea. Respiré hondo y lentamente, para intentar recuperarme y no caer al suelo. El led del teléfono perdía intensidad. Unos segundos después me levanté. Me dirigí nuevamente al armario. Miré las cabelleras... no entendía nada, ¿Qué hacían ahí? ¿Y las velas? ¿Y esta extraña habitación, debajo de un Carrusel infantil?... tenía que haber una explicación. Examiné más tranquilo, o eso me dije, los cabellos. No reconocía el pelo de mi hermana, pero no estaba seguro, habían pasado cuarenta años... Salí de la habitación, no podía arriesgarme a quedarme sin batería, la oscuridad era total. Me costó trabajo subir los escalones. Cuando llegué a la superficie, el frescor de la noche acarició mi cara y mis brazos, recordándome que seguía vivo, de momento. Cerré la trampilla y volví a colocar el candado. No creía que nadie visitara el recinto ferial, pero por si acaso. Lógicamente tendría que volver, quien sabe que más sorpresas me podían aguard

Allí en el Carrusel 2

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Al abrir la trampilla, una bofetada de calor y hedor me hizo girar la cara...dios...así debe oler un perro muerto. Unas escaleras. Unas escaleras de obra llenas de polvo. Hacía años que nadie pisaba esos escalones, eso era seguro. No se veía el fondo, la oscuridad era total. Vacilé un poco, pero me decidí. Tener una fecha de caducidad tan cercana te ayuda a echarle cojones a la vida. No tenía linterna...piensa un poco...exacto, la linterna del teléfono. Me encendí un cigarrillo, prendí el led del teléfono y comencé a bajar, lentamente, escalón a escalón. Treinta y tres escalones, ni uno más ni uno menos. Cuando me pongo nervioso me da por contar cosas... Las paredes eran de hormigón, no estaban pintadas. El suelo de tierra. Ante mí apareció un pasillo bastante largo, el led no alcanzaba a iluminar el final. Tendría apenas un metro de ancho y escasos dos metros de alto. El aire era irrespirable. Ni una pisada en la arena, se confirmaba que hacía años que nadie pisaba ese agujero.

Allí en el Carrusel

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Allí en el Carrusel cambió mi vida. No fue justo, no tenía edad, si es que existe alguna edad idónea para eso. No era solo dolor emocional, no. También era un dolor físico, real, tangible. Yo siempre lo he comparado con cristales. Es como si el dolor se hubiera cristalizado en mi corazón y a cada paso, a cada latido, me recordara que estaba allí, gobernando mi vida. Torturándome, haciendo de mi existencia un aciago infierno. Fue la tormenta perfecta. Se unió el inmenso dolor de la pérdida de mi hermana, pérdida literal, desapareció, se esfumó, se evaporó... con el dolor que produce la culpa. La culpa es jodida. Es como vivir con un lobo que no te mata, pero te va mordiendo una y otra vez, apretando sus fauces y moviendo con violencia su cabeza, para hacer un daño profundo. Aquella navidad yo tenía once años. Mi bella hermanita, seis. Era la alegría de la casa. Mis padres la adoraban, sobre todo mi madre. Era su muñequita. Tan repipi, siempre con sus vestiditos y sus lacitos, t

El Púgil. Reflexiones de madrugada...

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Nunca he sido muy avispado, por eso quizás me hice detective. Si hubiera sido un tío inteligente, sería ingeniero o arquitecto. Pero no me quejo. Este trabajo me ha permitido seguir siendo lo que siempre he sido; un lobo solitario, un perro callejero...Un canis lupus... Puede que no sea un lumbreras, pero eso no quita para que haga mis pequeñas reflexiones, de andar por casa, vale, pero trabajo intelectual al fin y al cabo. Me gusta reflexionar, especialmente cuando acaba el día. Entre la oscuridad, algún trago de whisky y un cigarrillo, me da por pensar. Hoy estoy pensando, en el gran paralelismo que existe entre la vida y el boxeo. Si, tal cuál...en la vida, todos somos pugilistas... La gran mayoría de los boxeadores que pelean por los primeros puestos, son tíos normales. Llegan donde llegan gracias a su esfuerzo, a su sudor... Igual que en la vida. El esfuerzo es la clave de todo. No busques más, y joder, deja de comprar lotería... también hay una minoría de peleadores

La magia del cine

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La vida es caprichosa. Lo repetía una y otra vez mi padre, pero yo no le hacía mucho caso, estaba siempre borracho. Aquella noche me dediqué a lo que me dedicaba todas las noches. A ver que bicheaba por ahí. Era flexible. Igual robaba un coche, que entraba en una casa o pegaba un tirón. Ahora lo pienso y me echo a temblar... Había abierto un Opel Kadett. Se abrían solos. Cogí el radio cassette y salí por patas...en unos segundos la sirena de la policía... tiré para el casco antiguo. Entre la oscuridad de la noche y la lluvia, lo tendrían más difícil.  Vi una ventana abierta en el viejo cine. Sin dudarlo dos veces, me arrojé por ella. Ni si quiera me dolió. La adrenalina imagino. La policía pasó de largo. Me toqué ambas piernas, brazos...Todo bien. Bueno, todo excepto el radio cassette, que estaba destrozado. En el fondo del pasillo vi una luz tenue, acompañado de un leve sonido repetitivo: tac, tac, tac, tac... al principio me asusté un poco, pero que diablos, no era un cobarde. Me ade