Hoy, ayer era mañana, Reflexiones de madrugada

Entender que hoy, ayer era mañana, no siempre es fácil. Existen básicamente tres posturas que la mayoría de los mortales solemos adoptar, posturas que vamos intercambiando según el devenir de nuestras vidas y que suponen una clara traba en el desarrollo de todo nuestro potencial. No voy a descubrir nada nuevo, los sabemos, pero miramos hacia otro lado la mayor parte de las veces.

La primera postura es pensar que mañana siempre es mañana. El mañana nunca llega, nos convertimos en hombres del mañana. Es una postura cómoda, nos da margen, al fin y al cabo hoy no tenemos que hacer nada, lo haremos mañana. El problema es que el tiempo pasa y como hemos dicho, bajo el prisma de esta postura, ese mañana no llega jamás. El paradigma del tiempo es curioso. Mujeres y hombres de mentes preclaras han referido en multitud de ocasiones, que el tiempo no existe, que es un invento del ser humano para intentar comprender el transcurso de la vida. No llego a alcanzar si el tiempo existe o no, lo que si tengo claro es que la vida, esta al menos, es finita. Me atrevería a mencionar la famosa locución latina Tempus Fugit, atribuida a Virgilio, el tiempo vuela...

La segunda postura es vivir en el ayer, sin apreciar el presente y obviando por completo el mañana. Me viene a la mente el precioso poema de nuestro ilustre poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer "Volverán las oscuras golondrinas"... esta postura es elegida, aunque a veces no sea un acto volitivo, por católicos, protestantes, melancólicos, nostálgicos, románticos... gentes estas, entre las que me puedo incluir o no, o algunas veces sí y otras no, que reviven una y otra vez hechos del pasado. Gentes que no viven de cara a la galería, viven para sí, mirando y embelesándose en sus recuerdos...quizás la palabra justa no sea embelesarse, ya que estos recuerdos pueden ser dolorosos: Sentimientos de culpa, recuerdos de un ser finado...

La tercera postura es la que se atribuye con asiduidad a la juventud. Vivir el presente. ¿El ayer? no importa, pasó... ¿El mañana? ¿Qué es el mañana?... voy a recurrir de nuevo a una locución latina, pero no nos llevemos a engaño, los romanos me caen mal. Vinieron a estas tierras y nos metieron el vino sí o sí, sin el más leve respeto por la cerveza... bueno no divaguemos, hablaba de una locución latina que viene al pelo Carpe Díem, que aparece en una de las obras del poeta romano Horacio. Es una expresión vitalista, que viene a decir que hay que aprovechar el momento. Recurrente tópico literario, tópico que me encanta...

Bueno ya está bien de "hablar del tiempo", por cierto, cuando os veáis en una de estas situaciones en las que "hablar del tiempo" es un recurso, por ejemplo un viaje en ascensor a una octava planta, podéis optar por este tiempo, no tiene porque ser siempre el atmosférico...

Me despido, que no son horas, pero me vais a permitir que reproduzca las dos últimas estrofas del poema "Volverán las oscuras golondrinas", de nuestro insigne poeta Bécquer, que por sí solas, merecen y ennoblecen la entrada de cualquier blog, por mediocre que este sea:


Volverán del amor en tus oídos 
las palabras ardientes a sonar, 
tu corazón de su profundo sueño 
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas 
como se adora a Dios ante el altar, 
como yo te he querido...,desengáñate, 
nadie así te amará .
Ahí es nada...


Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.

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