A quien encuentre este reloj

No sé lo que pensarás cuando encuentres este reloj. Tampoco se quién eres. Puede que seas solo un niño. De ser así, no pensaras nada. Solo pensarás que has encontrado un reloj.

Si eres un joven o una persona madura, no te costará trabajo darte cuenta de que me he ido. Para siempre. Ha sido una decisión dura, espero que no me juzgues. Me hubiera gustado dejar una nota escrita, es muy poético, y yo adoro la poesía.

Ahí radica el problema. No en la poesía en sí, sino en mi personalidad. Soy una persona muy sensible, no soy normal, no. Ya en el colegio me di cuenta, a la corta edad de cuatro o cinco años. Mi felicidad radicaba en ver a los demás felices. Sufría cuando veía a un compañero llorar, o cuando veía que estaba triste, o cuando veía que otro compañero abusaba de él. No, no me gustaba eso, me hacía pasarlo francamente mal.

Cuando empecé la adolescencia, la cosa no mejoró...exacto, fue a peor. Estas cosas suelen ir a peor, si. En esta época pase a una actitud más activa. Cuando veía a alguien sufrir, intentaba consolarlo. Cuando veía a alguien abusar de otra persona. Le daba lo suyo. ¿Violento? Puede ser, sí, pero quizás no lo suficiente. De eso también me arrepiento.

Pero estos han sido problemas menores. El verdadero problema llegó con la madurez. Me di cuenta. Fue una desgracia, ojalá no lo hubiera hecho, pero me di cuenta.

Soy un extraño, un desconocido. Mi sensibilidad ha sido para con los demás. En lo que a mí respecta, he sido un tirano. Me he maltratado. No me he querido. Me he humillado.

Todo empezó el día que vi mi propio reflejo en el escaparate de una tienda. Lo primero que pensé fue cambiarme de acera, no me inspiré confianza. ¿Quién será ese tipo? No me gustó mi forma de andar, chulesca. Tampoco mi físico, ni mi ropa, parecía un rudo estibador, un  mal marinero, un crápula, un maleante...gente de mal vivir en definitiva.

¿Dónde he estado todos estos años?  ¿Por qué nadie me ha dicho lo que soy? La combinación de la respuesta fue muy dura. Primero, nadie se ha ocupado de mí, nadie. Segundo, es posible que no haya dejado a nadie ocuparse de mí...

Ya es tarde, lo sé. Soy lo que soy, nada más. ¿Cambiar? no lo veo, la verdad. Solo me queda esta salida. ¿Cobarde? Seguramente, ¿Y Qué?. La decisión está tomada.

Solo dejó de mi vida pasada, de mi no existencia, un reloj. Lo dejó aquí, junto a un acantilado. Lo pongo fácil, por si alguien tiene interés, aunque lo dudo. Incluso he estampado una de mis huellas digitales en la parte trasera del reloj.

¿Unas últimas palabras? por supuesto, como he apuntado antes, me encanta la poesía. Serán breves, tranquilos.

Ahí van:

Que os jodan. Que os jodan a todos y a cada uno de vosotros. Me importa una mierda que estéis tristes, o que lloréis, o que abusen de vosotros...

Bueno, llega la hora... imagino que ya sabéis lo que voy a hacer, aquí, junto al acantilado...

¿Suicidarme? jajajaja. No, no, de eso nada. Voy a vivir mí vida, o mejor dicho, lo que me queda de ella. Pero esta vez va a ser a mi  forma, a mi aire. Voy a ser egoísta, a pensar solo en mí, como he aprendido de vosotros.

Y a quien encuentre este reloj... que le jodan el doble...


Fotografía: Belén García-Escribano. Texto: Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.

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