La canción de Bali

La humedad se calaba hasta los huesos. Detestaba la humedad, más que cualquier otra cosa detestable en este cochino mundo. La neblina formaba un halo mágico en los focos de las farolas, recordándole una típica estampa de la Inglaterra victoriana.

Encendió otro cigarrillo y se levantó las solapas del abrigo gris. Sabía que no era buena idea, la lumbre del tabaco podía delatar su posición, pero la nicotina ganaba nuevamente. 

Tenía los pies helados, helados y entumecidos. Quizás no tenía ya edad, debía empezar a pensar en retirarse. Retirarse y dejar el puto tabaco. Pero,  ¿Qué iba a hacer? Llevaba toda la vida en el negocio y fumando.

Estaba a punto de llegar el objetivo. Tres días de seguimiento habían bastado para sacar sus rutinas. Eran ya las 23:12 horas, en tres minutos pasaría andando por delante de él, entretenido con el smartphone y ausente de todo lo que le rodeaba.

Una última calada al cigarrillo y apareció. Esperó a que pasará por delante de él. Comenzó el concierto. Lo último que oiría el objetivo sería la canción de Bali, el sonido tan particular que producía el cuchillo balisong al abrirse.

Con un rápido movimiento abrió el cuchillo y se lo hundió en uno de sus riñones. No era necesario recrearse en el trabajo, solo hacerlo bien. A su forma, mimaba a sus objetivos, proporcionándole una muerte rápida e indolora.

Le sujetó con la mano derecha la boca, mientras retorció el cuchillo balisong, aún clavado en el riñón. Extrajo el cuchillo, volvió a sonar la canción de Bali al cerrar su hoja, ensangrentada, entre las dos cachas que la ocultaban. Con la pierna derecha golpeó suavemente la corva de la rodilla y delicadamente lo posó en el suelo boca arriba. Se santiguo y se alejó, caminando con una tranquilidad que solo casi dos décadas de experiencia proporcionan.

Mientras encendía otro cigarrillo, se recordó a sí mismo que no era un monstruo, hacía su trabajo, alguien tenía que hacerlo. Al fin y al cabo todos teníamos que morir, el solo adelantaba lo inevitable. La vida era paradójica. Un arma tan rápida y letal como el balisong también era conocida como cuchillo mariposa, ¿Quién habría inventando tan siniestra analogía?


 ...Y volvió a sonar la hipnótica canción, la canción de Bali, producida por el baile del cuchillo entre sus dedos...

Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.


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