Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2017

Una bruja para mí

Imagen
¿Qué por qué puse ese cartel en el escaparate? Era temida. Lo distinto da miedo, no de ahora, de siempre. Vivía apartada en una pequeña casa de madera, junto a un hermoso lago. La casa tenía una sola puerta, pintada con azulina. Todo el entorno estaba repleto de macetas con distintos tipos de hierbas y flores. También tenía una pequeña chimenea, que de vez en cuando, expulsaba un humo denso y aromático. Cuando la gente del pueblo veía el humo por encima de la copa de los árboles, se santiguaba, y murmuraban maldades de todo tipo, como que estaba cocinando algún niño robado en algún pueblo cercano. Nadie sabía la edad que tenía. Siempre llevaba alguna flor en el pelo, y pulseras y collares que confeccionaba ella misma con materiales que cogía prestados de la naturaleza. La primera vez que la vi, andaba yo por el monte, paseando, disfrutando del entorno, de las matas, de los árboles, de los arroyuelos que serpenteaban libres, del canto de los pajarillos, del aroma a tier

Tatuaje

Imagen
No sé porqué lo hice. No fue algo premeditado, pensado o madurado,  simplemente lo hice y ya está. No fue un buen día. Ese día no era yo, o quizá era demasiado yo. Realmente desee la muerte, por primera vez, de una persona. Vergonzoso, lo sé. No comí, sentía unas náuseas profundas, intensas, amargas. A la hora del café me había fumado un paquete y medio de Lucky Strike. Es curioso que una puta marca de tabaco se llame "Lucky". A las diez de la noche, había caído media botella de White Label y unas seis cervezas. Vagaba por Legazpi. Caminé no se cuanto tiempo. Cuando me quise dar cuenta, creí encontrarme en un barrio Chino. Algo extraño que no se expresar. Eso es lo que sentía. Todos los comercios, bares, restaurantes, todo estaba rotulado en unas enigmáticas grafías chinas. Entré en un extraño local. Una señorita asiática, más parecida a una muñeca de porcelana que a una mujer, me sujeto, suavemente, del brazo. Bajamos unos escalones. Recuerdo un ruido consta

La Buena Pamela

Imagen
¿Olvidar algo así? No creía que fuera posible. De hecho, sabía que era imposible. No se consideraba una persona rencorosa. No, definitivamente no era rencorosa, pero lo que hizo él, eso, eso no se hace. Ella pensaba que todo iba bien, o más o menos bien. ¿Peleas? Como todas las parejas. Ambos tenían un buen trabajo, ambos gozaban de buena a salud y ambos compartían esa pequeña joya que era Víctor. Víctor era un niño especial, al menos para ellos. Siempre tenía una sonrisa. "Mamá te quiero" esas palabras cobraban un significado especial en sus labios. A cualquier hora se acercaba a ella y la abrazaba. Esos abrazos eran lo mejor del mundo. Abrazos sinceros, leales, incondicionales, cálidos... Aquella mañana Víctor cogió su cubito y su pala. "Mamá, voy a construir un gran castillo de arena, solo para tí y para Papá". La playa estaba prácticamente vacía, a finales de septiembre poca gente visitaba la playa entre semana. Llegaron sobre las doce del m

Muerte en el metro

Imagen
La campana de última copa había sonado hacía tiempo para él. Nada le retenía ya en el destartalado, solitario y desolado pub que era su vida. En otros tiempos, ese pub había sido  de los más animados de Madrid. Buena música, chicas guapas, tipos interesantes...Había disfrutado de todo lo disfrutable en cualquier vida disoluta y crápula que se precie. Sexo sin amor, alcohol y todo tipo de drogas. De forma paulatina, el ambiente de ese pub dejó de interesarle. Nada llenaba el vacío que poco a poco se había apoderado de cada poro de su piel. El pub se iba a cerrar, si o si. Pero el vacío no había hecho mella aún en su extravagancia. Lo encontró en la Deep web. Mil seiscientos pavos. Todo el cash que le quedaba, pero ya no le haría falta. El billete hacia la eternidad vestiría una cazadora vaquera, con un gran parche en la espalda de la banda Guns and Roses, vaqueros y botas Dr. Martens. Él, por su parte, llevaría una botella de whisky Dyc 8 en la mano. El encuentro serí

El santo del jamón

Imagen
Transcurría el año 98 del pasado siglo. Mi abuelo Antonio, que Dios lo tenga en su gloria, falleció a la edad de ochenta y seis años, en una pequeña localidad rural de la provincia de Córdoba, de la que todo sea dicho, fue alcalde durante varias décadas. Se levantó a las seis de la mañana, como era su costumbre. Se duchó, se vistió, se sentó en su sillón de enea y partió hacia la eternidad,  de forma discreta, como había sido la tónica de toda su existencia. Lo velamos en su casa, conforme a los usos sociales rurales que ya daban sus últimos coletazos. Señoras del pueblo lo amortajaron, ya que era viudo y ninguna mujer de la familia había disponible para tan nobles menesteres. La funeraria se personó con una especie de caja mortuoria, que enchufada a la red eléctrica, mantenía al finado a la temperatura ideal para no descomponerse en demasía antes del funeral. Disponía de una luz, que una vez accionada iluminaba la cara del cadáver. Recuerdo especialmente el momento de pas

La figura del mono músico

Imagen
Ecléctico, esa era la palabra. Un poco de esto, un poco de aquello, le encantaba la mezcla, el mestizaje. No es que estuviera obsesionado con la decoración, pero siempre que podía, acudía a ferias del sector. Aquella lluviosa tarde, cogió su abrigo moteado, se subió las solapas y se tiró a la calle, con la excusa de visitar una pequeña feria de antigüedades, pero con la verdadera finalidad de mitigar su soledad. Anduvo dos cigarrillos, calculaba las distancias de esta particular manera. La feria no era nada del otro mundo. Dio varias vueltas, con la esperanza de encontrarse a alguien que le diera conversación. Pasó tres veces por una extraña colección de figuras de porcelana de Baviera, siglo XIX, según aseguraba la anticuaria. No le gustaban nada las figuras de porcelana, pero una de ellas, sin saber porque, le llamaba poderosamente la atención. Tendría unos dieciséis centímetros de alto. El mono, vestido de época, brazos en alto, parecía estar fuera de sí. Trescientos sesent

Un corazón de tiza

Imagen
Todos los días. Sin fallar uno. No importaba que fuera lunes, sábado o noche buena. El primer día que lo vio no le hizo mucha gracia. La tercera vez montó en cólera. Era un inofensivo corazón, estamos de acuerdo, pero era su fachada. Era su casa. El enfado pronto se tornó intriga. ¿Quién pintaría un corazón de tiza todos los días en su casa? Se lo comentó a su mejor amiga. "Es fácil", le contestó. "Basta con que no lo borres, se cansará". ¿Qué no lo borre? Ni hablar, es mi fachada. Ella era tozuda como una mula, pero no como una mula normal, como una mula tozuda, pues entre las mulas también hay grados de tozudez. "Un niñato. Seguro que es un niñato que me está poniendo a prueba. El día que lo coja lo voy a enterar". Algunas noches, ella se desvelaba. No era de esas personas que pueden dormir toda la noche del tirón. Se despertaba a diferentes horas y daba vueltas y vueltas en la cama. Bueno, eso antes, ahora se levantaba y espiaba por la ventana, con

Un te quiero

Imagen
El auditorio era una preciosidad. Grandioso sin ser muy grande, de una belleza rotunda, innegable, absoluta. La orquesta estaba muy elegante. Ningún asiento libre. Yo bajo con parsimonia los escalones hasta el escenario. La gente me observa con inquietud, quizá por mi vestimenta poco acordé al lugar. Un vaquero desgastado, unos náuticos, unos calcetines grises de topos azules y una camiseta negra. Mis tatuajes y mi pelo engominado tampoco ayudan. Ocupo el lugar del director de orquesta, me acerco al micrófono y digo un apacible e inofensivo: "Te quiero". En un silencio sepulcral, las localidades van quedando vacías. Los músicos abandonan a su suerte los instrumentos, y en un orden germánico se van marchando. A los pocos minutos, me encuentro solo en el maravilloso auditorio. "Joder, por un te quiero", digo para mis adentros.... Es una escena ficticia, pero muy visual. El verbo es importante, no en vano, en el Génesis, podemos leer: "Al principio fu

La gacela

Imagen
A veces, y solo a veces, las cosas no son lo que parecen. Como una gacela perdida, así se adentró en el parque de la gran ciudad. Anduvo por todo él hasta encontrar un sitio idóneo.  Se apoyó en el tronco de una mimosa y cuaderno en mano, comenzó a esbozar el bonito paisaje que divisaba. El ocaso, junto al lago, era un verdadero festín para los sentidos. No hablaremos de su edad, pues incluso en este caso, es de mal gusto hablar de la edad de una señora. Su aspecto era deliciosamente frágil. Complexión delgada, pero con curvas, cabello abundante y rizado, rubio ceniza, y estatura media. Vestía pantalón vaquero slim, zapatillas deportivas blancas y un suéter color mostaza, amplio, con un llamativo escote Bardot que dejaba ver el tono miel de su hombro. Su cara era angelical, mostrando una perpetua sonrisa y unos ojos ámbar de una viveza sin igual. Una presa ideal de apenas cincuenta kilos de peso, al anochecer, distraída en un solitario parque. No tardó en suceder lo i

To be or not to be

Imagen
That's the question...esta famosa cita literaria, que por cierto pierde todo su significado al ser traducida a la lengua de Cervantes, esconde enigmas que ni el mismísimo Shakespeare conocía en el momento de parirla, estoy seguro de ello. No, no es igual ser que estar. Me viene a la memoria, por ejemplo, Sor María de Jesús de Ágreda. A esta fascinante mujer, monja de clausura, se le atribuye la evangelización de Nuevo México, sin abandonar nunca el claustro, claro. Este fenómeno es conocido como bilocación. Podemos creerlo o no, pero no es esa la cuestión. Para aumentar el dislate, viene la física cuántica y nos dice que una partícula puede estar en dos sitios de forma simultánea. Tal cual. No tenemos que recurrir a estos extremos para explicar el ser y el estar. Otro ejemplo. Tú. Lector. Puede que ahora mismo estés en el metro, teléfono en mano, y hayas dicho: A ver que ha escrito el gilipollas este. O puede que estés tumbado en una cama, junto a tu niño que no puede dorm

Corazón de Loto

Imagen
Se sentó frente al lago. La noche no era tan fresca como debiera, el tiempo hacía de nuevo gala de su libertad. Si, quizá el tiempo fuera lo único libre que existía. El tiempo y quizá Dios, o G.A.D.U. , o como queramos llamarlo, pero ni siquiera está claro que el que todo lo puede sea libre, ya que es el orden superior, y el orden, es orden al fin y al cabo. Se tumbó. Una sensación agradable invadió todo su cuerpo. El efecto del tupido césped bajo su nuca, bajo sus brazos, de alguna manera era como flotar. Por unos instantes cerró sus ojos e inspiró profundamente. El olor del césped lo transportaba a su niñez. Siempre había estado ligado a él, siempre presente en su vida. Sonrió. Vaya alianza vital tan extraña, el césped. Parecía surrealista, en otra ocasión profundizaría sobre este particular. Abrió los ojos nuevamente. La luna estaba preciosa. Era grandiosa, no le extrañaba que el astro nocturno, la autentica reina de la oscuridad, hubiera maravillado al eterno poeta gra

El corazón del Edificio

Imagen
El Edificio era grandioso. El primer día que lo vi me gustó, era un edificio elegante que llamaba la atención a mucha gente. Pasé más a menudo por delante de él. Cada vez que lo veía me gustaba más. Una tarde lluviosa, de esas en las que el espíritu se encuentra fuerte, bravío, me decidí a entrar. Estacioné la motocicleta en frente de él. No, no entré directamente. Quise ver el entorno, situarme. Había cosas que me gustaban, otras que me inquietaban, y alguna que no me agradó. Entré en una pequeña cafetería situada en uno de los laterales. Era una de esas pequeñas cafeterías entrañables. Madera oscura, piel, luz tenue, y un olor a café realmente delicioso. Pedí un expresso. Salí fuera del local a tomarlo. Solo cogí la taza, dejando el plato, la cucharilla y el sobre de azúcar en la barra. No me gusta cargar con cosas superfluas, que no voy a necesitar. Ya en la calle,  encendí un cigarrillo y comencé a dar pequeños y reconfortantes sorbos a mi pequeña taza de café. Observé e