Muerte en el metro
La campana de última copa había sonado
hacía tiempo para él. Nada le retenía ya en el destartalado, solitario y
desolado pub que era su vida.
En otros tiempos, ese pub había
sido de los más animados de Madrid. Buena música, chicas guapas, tipos
interesantes...Había disfrutado de todo lo disfrutable en cualquier vida
disoluta y crápula que se precie. Sexo sin amor, alcohol y todo tipo de drogas.
De forma paulatina, el ambiente de ese pub
dejó de interesarle. Nada llenaba el vacío que poco a poco se había apoderado
de cada poro de su piel.
El pub se iba a cerrar, si o
si. Pero el vacío no había hecho mella aún en su extravagancia.
Lo encontró en la Deep web. Mil
seiscientos pavos. Todo el cash que le quedaba, pero ya no le haría falta.
El billete hacia la eternidad vestiría una
cazadora vaquera, con un gran parche en la espalda de la banda Guns and Roses,
vaqueros y botas Dr. Martens. Él, por su parte, llevaría una botella de whisky
Dyc 8 en la mano. El encuentro sería el jueves a las ocho de la noche en la
entrada del metro de Ópera.
Llegó la hora. El chico de la cazadora
tapaba con una gorra negra parte de su rostro. No tendría más de veinte años y
estaba bastante demacrado. En su mano izquierda tenía tatuada la palabra
"Lucky". Se acercó a él, le pidió la pasta. "Aquí está, mil
seiscientos pavos, lo acordado". Le entregó el dinero en un sobre con el
logotipo del Hotel Palace.
El tipo de la gorra cogió el sobre.
Comprobó la pasta y se lo guardo en el bolsillo trasero del pantalón vaquero.
"Ahora me toca a mí cumplir". Lo abrazó, le susurró al oído
"mucha suerte tío" y le asestó una profunda y fría puñalada en el
hígado.
Sintió una especie de quemazón. Se sentó
junto a la boca del metro, mirando hacia el Teatro Real. Abrió la botella de
whisky y le dio un gran trago.
Recordó a su primera novia, cuando aún sabía
lo que era el amor. Recordó a Rocky, su perro y su compañero durante quince
años. Dio un segundo trago al whisky. Miró nuevamente la impresionante fachada
del Teatro Real. Se sintió bien después de casi una década. Sonrió ligeramente,
por fin tomó esa ansiada última copa y por fin bajó el telón, su obra había
acabado con una teatral muerte en el metro...
Fotografía: Gema Benito Texto: Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.
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