La figura del mono músico
Ecléctico, esa era la palabra. Un poco de
esto, un poco de aquello, le encantaba la mezcla, el mestizaje. No es que
estuviera obsesionado con la decoración, pero siempre que podía, acudía a ferias
del sector.
Aquella lluviosa tarde, cogió su abrigo
moteado, se subió las solapas y se tiró a la calle, con la excusa de visitar
una pequeña feria de antigüedades, pero con la verdadera finalidad de mitigar
su soledad.
Anduvo dos cigarrillos, calculaba las
distancias de esta particular manera. La feria no era nada del otro mundo. Dio
varias vueltas, con la esperanza de encontrarse a alguien que le diera
conversación. Pasó tres veces por una extraña colección de figuras de porcelana
de Baviera, siglo XIX, según aseguraba la anticuaria. No le gustaban nada las
figuras de porcelana, pero una de ellas, sin saber porque, le llamaba
poderosamente la atención. Tendría unos dieciséis centímetros de alto. El mono,
vestido de época, brazos en alto, parecía estar fuera de sí. Trescientos
sesenta euros. Regateando, se lo llevó por trescientos. No sabía porque lo
compraba, pero lo hizo. Sus finanzas, no excesivamente saneadas, se resentirían
durante algún tiempo.
Dos cigarrillos después, llegó a casa.
Empapado. Se quitó el abrigo moteado, puso la calefacción y se sirvió un whisky
con hielo. Se sentó en su sillón favorito y puso sobre la mesa la figura del
mono. Era algo extraño. Era su primera figura de porcelana, y quizá la última.
Sentía una extraña atracción por ella. No le agradaba, pero no podía dejar de
mirarla. Ahora tendría que pensar donde colocarla...
Tres whiskys después, decidió colocarla
junto a una reproducción del grabado "El sueño de la razón produce
monstruos" de Goya. Al depositar la figura, tuvo la sensación de que está
lo miraba con irá, con rabia... Demasiado alcohol, pensó.
Al día siguiente, se despertó bien entrada
la mañana, algo resacoso. Se preparó un café cargado y como a diario, prendió
la radio y se sentó en su sillón favorito. Encendió un cigarrillo, el primero
de una larga serie...
Miro hacia la ventana.
Continuaba lloviendo. Otra calada. Vuelve a mirar por la ventana. El mono. La
figura del mono músico. Se encontraba en el alfeizar de la ventana, mirando
hacia la calle.... Paso su mano izquierda por la frente y cerró los
ojos..."juraría que lo había puesto junto al grabado..."
No le concedió más importancia. El día
transcurrió con normalidad. Un poco de lectura, algo de radio, algo de paseo,
tabaco y poca comida.
Por la noche fue cuando ocurrió. Cogió la
figura del mono para colocarla de nuevo, o por primera vez, no lo sabía con
exactitud, junto al grabado de Goya. Cuando lo cogió, y lo miró a la
cara, una extraña voz, gutural, le llamó invertido.
¿El maldito mono le había llamado
invertido? Con furia, lo tiró al suelo. Se hizo añicos, se partió en mil
pedazos. Recordó la voz de su padre, llamándolo invertido. Recordó a su madre,
como calló, como no lo defendió cuando su padre lo echó de casa. Recordó su
infancia, su niñez, cuando despertó su sexualidad y se dio cuenta de que era
distinto a la mayoría. Recordó a su amigo Roberto, su gran amigo, con el que
descubrió, en secreto, el amor y el sexo. Recordó como Roberto, tras dejar a su
novia en casa, iba a buscarlo. Recordó cómo lo besaba. Recordó como hacían el
amor. También recordó cómo se casó, como tuvo hijos y como dejó un día de
llamarlo. Sin una explicación. Sin un adiós. Sin más.
Se emborrachó. Miró una y otra vez las
fotografías de Roberto. La palabra invertido resonaba aún en su cabeza,
provocando un dolor inefable. Entre llantos, y con un cigarrillo encendido, se
quedó dormido en su sillón favorito. El cigarrillo cayó al suelo. Prendió la
alfombra, las cortinas...prendió el desastre.
No sufrió, o eso dedujeron los bomberos.
No murió quemado, murió asfixiado. Toda la casa era un cúmulo de escombros.
Solo pudieron recuperar una cosa. Una extraña figura de porcelana. Una extraña
figura de un mono músico...
Pepe Desastre. Todos los derecho reservados |
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