Un te quiero

El auditorio era una preciosidad. Grandioso sin ser muy grande, de una belleza rotunda, innegable, absoluta. La orquesta estaba muy elegante. Ningún asiento libre.

Yo bajo con parsimonia los escalones hasta el escenario. La gente me observa con inquietud, quizá por mi vestimenta poco acordé al lugar. Un vaquero desgastado, unos náuticos, unos calcetines grises de topos azules y una camiseta negra. Mis tatuajes y mi pelo engominado tampoco ayudan. Ocupo el lugar del director de orquesta, me acerco al micrófono y digo un apacible e inofensivo: "Te quiero".

En un silencio sepulcral, las localidades van quedando vacías. Los músicos abandonan a su suerte los instrumentos, y en un orden germánico se van marchando. A los pocos minutos, me encuentro solo en el maravilloso auditorio. "Joder, por un te quiero", digo para mis adentros....

Es una escena ficticia, pero muy visual. El verbo es importante, no en vano, en el Génesis, podemos leer: "Al principio fue el verbo". El verbo es el origen. Soy conocedor de la gran importancia de la palabra. Estoy seguro que con el transcurso del tiempo, ocupará el privilegiado lugar que por derecho se merece.

Un te quiero no es cuestión baladí, para nadie. Hay gente que jamás lo pronuncia. Es como si fuera un mantra nefasto. Hay otras personas, entre las que me encuentro, que lo verbalizan sin excesiva dificultad. No pasa nada por decir te quiero, siempre que sea sincero, por supuesto. El verdadero problema es para el que recibe tal "agravio". ¿Un te quiero? ¿Pero cómo se habrá atrevido el muy cretino? Puede ser un punto de inflexión, depende de a quien se dirija y en qué momento. Mucha gente se siente incómoda, porque se ve en la obligación de devolverlo. Craso error, si apetece, si se siente, se devuelve. De lo contrario, no pasa nada, no es un contrato, no es una obligación. No hay que dramatizar. A mí me  gusta decirlo cuando lo siento. Es una palabra joder, no se gasta, no pierde su poder por ser repetido, y es gratis, con lo que nos gusta lo gratis. Ni con todas estas bondades, es apreciado por una inmensa mayoría. La gente anti "te quiero", creo que piensan que es una muestra de debilidad. Es triste.

Me estoy acordando ahora mismo de mi hija Marta. Creo que hace tiempo que no se lo digo. Ya tiene casi veinticinco años, es toda una mujer. Es mi hija desde qué tiene dos años, lo cual no indica que sea más o menos hija. Es hija. No se puede ser hijo a medias. O eres, o no eres. La palabra hija es absoluta, igual que la palabra te quiero. No se puede decir: "te medio quiero" o "te quiero al sesenta y cinco coma tres por ciento" no no...Te quiero, al igual que hija, son términos absolutos. Bueno, como iba diciendo, hace tiempo que no le digo a mi hija Marta que la quiero, así que aprovecho: Marta, que te quiero.

Desde aquí reivindico el "te quiero". No es que desee que se regalen, yo nunca lo hago. Pero si te quiero, ¿por qué no decirlo? Me despido de ti, lector, y si me permites te diré que no es que te quiera, no te asustes, pero si aprecio mucho y agradezco que hayas dedicado tu tiempo a mi pequeña historia. Me gusta escribir para ser leído. Por cierto, ¿Has dicho hoy algún "te quiero"....?


Fotografía: Gema Benito Texto: Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.


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