Frío
No todo el mundo tiene la posibilidad de conocer el frío en esta vida. Me refiero al frío de verdad. Ese frío que se nota desde el interior del cuerpo, porque sale del alma, hacia el exterior. El frío físico es más llevadero que el frío del alma, aunque a veces el frío físico sea muy duro. Recuerdo, por ejemplo, el frío que he sentido viajando en motocicleta de madrugada. Es un frío muy severo. Un frío que se cala en los huesos, un frío que te hace sentir cada kilómetro. Un frío que engarrota cada uno de tus músculos, de tus tendones, pero es un frío físico al fin y al cabo. El frío del alma es distinto. No todos los sentimos, solo unos pocos. No sé si definir a estas personas como afortunadas o como desdichadas, pues un poco de cada una de estas cosas tienen. El frío del alma no se elimina, no en esta vida. Se puede calmar, eso sí. Se calma, por ejemplo, con el arte. Se calma escribiendo. Se calma pintando. Se calma tocando algún instrumento. Se calma fotografiando. Se calma, solo es