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¿Me quieres?

La terraza era muy agradable. Los veladores se disponían aquí y allá, como en un orden superior dentro del más absoluto caos. El Sol lucia en un radiante cielo azul, salpicado por alguna nube, y un delicioso olor a flores frescas correteaba como un chiquillo entre las mesas, a su albedrío. Me refesqué la garganta con un trago largo de cerveza, y cuando iba a depositar la jarra en la mesa, apareció ella. Me miró inquisitiva, y separó su precioso pelo moreno y liso de su cara. Tomó asiento, y antes de que pudiera hablar, me dijo furiosa:"Me dijiste que ibas a dejar de fumar". "Estoy en ello" le contesté algo cortante. Me quedé embelesado, observando sus pequeños y bellos ojos negros, su nariz diminuta, su busto generoso, sus curvas, sus largas piernas...con un tono algo más relajado, le dije que siempre estaba igual, afeando algunas de mis innumerables conductas insanas y absurdas. Ella sonrió y alargó su mano. El tiempo se detuvo. Los comensales que había sentados en

De como Dios todopoderoso creó la Sandía -y el demonio inventó el chicle de sandía-

Dios, el todopoderoso, el creador, es único, aunque paradójicamente se pueda llamar de muchas maneras, a saber; Yavé, Gadu, el que todo lo puede...se puede afirmar, sin tapujos, que es un Crack. La mejor visión que de él he tenido, la obtuve de un libro excelente: "El Ángel guardián de Ringo de Bonavena". Cómo me suele pasar, no recuerdo el nombre del autor. Solo recuerdo que es Argentino y un gran escritor. Desde que hice esa lectura, para mí, Dios es Chacha Dios, un anciano sabio que está un poco hasta las pelotas de su creación preferida. Yo que he profundizado en el estudio de la figura divina, tanto en fuentes ortodoxas como oficiosas, descubrí hace tiempo un hecho que es digno de contar. Como todos sabréis, Chacha Dios tardó seis días en crear el universo, y al séptimo día, descansó. Se sentó y contempló su obra...grande sin duda. Y dio la casualidad, que le dió por sentarse en Andalucia, más concretamente en Astigi, la Ciudad del Sol -como bautizaron los Romanos- conoc

Silencio de Almendras Dulces

Tenía la parte baja de los pantalones chorreando, parecía que la hierba, con su frescor, intentara evitar a toda costa que avanzara. El silencio, absoluto y rotundo, lo inundaba todo. Se detuvo y extrajo el anónimo del bolsillo. Había llegado. La encontró tras un espeso arbusto. No pudo evitar lanzar un quejido, un sollozo de pura pena y dolor. La niña estaba desnuda, tumbada boca arriba. Le habían arrancado parte del labio superior y el pezón del pecho derecho...Sus ojos... No podía mirarla a los ojos. De sus muslos caían lágrimas de sangre, y de su vagina, sobresalía una burda rama....Maldito hijo de puta...Se apartó de la escena y comenzó a vomitar tristeza e ira. Como un resorte, se incorporó y desenfundó su Glock 19. Apuntó en todas direcciones, como una díscola brújula...Ese olor tan especial a almendras dulces; la bestia, el bastardo hijo de Satanás, se encontraba aún allí...#ConcursoRelatoSilencio #microcuento #microrelato #autor #escritos #relatos #megustaleer #leeressexy #hua

La Doctora Albañal y Miss Sewers

La Doctora Albañal y Miss Sewers. La dualidad existe. Existe el bien, existe el mal, existe la luz, existe la oscuridad, existe lo femenino, existe lo masculino...el universo, amigos, es dual, y todas las criaturas que lo habitan, animadas e inanimadas, -si es que estás últimas existen- poseen esta cualidad. Hace unos años, por circunstancias que no vienen a colación, mantuve una relación, más o menos intima, o cuando menos de cercana, con una Alcantarilla de una de las corralas o casas de vecinos más famosas de La Villa y Corte. Una vez, en la intimidad, me confesó una peculiar circunstancia, que por mi juventud, o a eso lo achaco yo, no supe o no pude entender. Me confesó disfrutar de las conversaciones de las vecinas cuando se reunían a lavar, de su alegría cuando compartían cocina, de los juegos de la chiquillería, de las fanfarronadas de los hombres al abrigo de la oscuridad y el anisete, de la palabrería de los vendedores ambulantes (algún día os contaré la historia de un sustanc

1 2 3 Grabando

Schhhhhhh...1, 2, 3, grabando... Siempre había sido una chica muy normalita en todo, y ese todo incluía también los temas de cama. Quizá no había encontrado al partenaire adecuado, quizá había tenido demasiados prejuicios, o quizá todo esto eran excusas y simplemente no había entrado en sus esquemas mentales con anterioridad. Ahora la cosa estaba cambiando. Él era perfecto. Siempre tenía la palabra adecuada, siempre sabía qué hacer en cada situación, siempre estaba pendiente de ella.. incluso bajaba la tapadera del retrete. Esa noche sería la ideal. Compró la cámara en unos grandes almacenes. Se sentía como una pequeña depravada, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no ruborizarse ante el dependiente. La instaló en la esquina del armario, solo tenía que dejar la puerta ligeramente abierta. La sorpresa le encantaría, estaba segura. Cuando entraron en el dormitorio, evitó mirar hacia la cámara. Lucía lencería nueva, quedaría genial el rojo sobre el color vainilla de las cortinas. Empeza

La lista

Cuando era pequeñita, le encantaba disfrazarse. Venía del colegio y subía corriendo escaleras arriba, hasta el armario donde guardaba todos sus disfraces; de princesita, de bailarina, de hada...mientras más pomposo y más lentejuelas tuviera, más le gustaba... princesita, mi princesita. Viajar en motocicleta era para tipos duros, y definitivamente, yo no era un tipo duro. Me dolía la espalda, y el frío me había conquistado de una forma tal, que lo estaba festejando con un armónico y esperpéntico temblor imposible de cesar. Saqué la lista del bolsillo delantero de la chupa de cuero y comprobé la primera dirección. Haciendo un acto de fe, taché el primero de los tres nombres. Cuando se abrió la puerta de la casa, me bajé de la moto. Ahí estaba. Daba asco ver a aquél tipo, a aquél enjendro, tuve que aguantar las ganas de vomitar. Me acerqué a él con una sonrisa, -perdone, ¿Tiene fuego?- Me miró con desdén y hechó mano del mechero. Antes de que pudiera sacarlo, le clave el cuchillo en el es

La chica del bote de remos

Luchar con la memoria, pugnar con ella, es uno de los ejercicios más inútiles que conozco. Por más que me esfuerzo, tú rostro se va derritiendo y diluyendo entre mil y una palabras, hasta que finalmente solo quede el verbo. Lo que no creo que mi mente pueda fagocitar, es el recuerdo de tu tacto, tu piel de delfín. Te fuiste tan lentamente, de forma tan paulatina, que cuando noté tu ausencia, siquiera podía recordar tu rostro. La culpa, y las preguntas que esta pare, se agolpaban en mí, como hijos solícitos y hambrientos. Quizá, si no hubiera hecho... quizá, si hubiera dicho... quizá...Dios te castiga con lo que no puedes imaginar, ya lo sé. Somos colosos de barro, que soñamos con ser lo que por nuestra propia naturaleza, nunca seremos...¿Aún sueñas? Schhhhhhh, descansa...