La rana roja y el erizo
Hace mucho mucho tiempo, en un bello y sombreado bosque de robles, aconteció una singular historia, que con vuestro permiso -o sin el, pues he de reconocer que soy de verbo fácil e incontenido- os voy a narrar. El bosque, bello y sombreado como os decía, contenía un más que estupendo estanque natural, donde escorpiones de agua, ranas y otras especies, convivían en amor y compaña. Una nefasta tarde, cuando el Sol acababa su jornada y la Luna se preparaba para actuar, una pequeña y alocada rana roja, entre salto y salto, tuvo un grave percance que la dejó inmovilizada. Intentó e intentó moverse, una y otra vez, pero fue inútil. Danzando ya la Luna en el firmamento, una de las criaturas nocturnas que por allí pululaban, se acercó a ella. -Hola rana roja- le dijo con voz puntiaguda, pues era un erizo. -Hola ser rechoncho y extraño- Le contestó la rana roja, que jamás antes había visto tal criatura. El erizo la olisqueó, y con una frialdad que rayaba lo patológico, se la zampó. A la rana roja no le dió tiempo a pestañear, solo a exclamar medio "noooo". El erizo continuó de picos pardos, y poco antes de amanecer, regresó a su madriguera, donde mamá erizo y sus siete crías, dormían plácidamente. Trancurridas unas horas, toda la familia erizo cambió el sueño reparador por el sueño de los justos, que por si no lo sabéis, es eterno. Sí, entregaron la cuchara, la espicharon, se quedaron tiesos, pasaron a mejor vida, se quedaron fritos como chicharrones...que murieron vamos. ¿Por qué? Muy sencillo, porque la rana roja es venenosa hasta decir basta. Fin de la historia. Moraleja: Urbanización de lujo situada al norte de Madrid (Carretera de A Coruña)...
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