Dos reales y un céntimo

Era mi tercera investigación dentro del ámbito paranormal, y aún sentía ese cosquilleo tan agradable que te hace estar un poco más vivo de lo normal, - si es que eso es posible -. A pesar de no haber obtenido resultado en las dos anteriores, mi ilusión estaba intacta. Había tardado ocho meses en obtener la autorización correspondiente para pasar toda una noche en un viejo palacete, ahora titularidad municipal, y en otro tiempo perteneciente a los Marqueses de Cabra. La construcción era una maravilla, enclavada en plena judería cordobesa, contaba con varios salones, bodega, y un gran claustro en el que dominaba una estatua de bronce. Me instalé en la biblioteca. Encendí el ordenador portátil y comencé a dejar en distintos puntos cámaras WIFI que a través de un software, hacían sus veces de detectores volumétricos. Tomé asiento, me serví un café solo, -por supuesto sin azúcar-, del termo que había llevado, y comencé a hacer lo que mejor se me daba; vigilar y esperar. Fue exactamente a las 04:23h. Una sombra se paseó, descaradamente, por la cámara tres. Una mezcla de terror y de emoción recorrió todo mi cuerpo. Reconozco que titubeé, pero solo unos segundos. Cuando llegué a la estancia, la sombra estaba saliendo al patio. Sigiloso como un gato y aguantando la respiración, la seguí. Una vez en el patio, se fundió con la estatua de bronce y desapareció. Me había parecido oír un sonido metálico. Con más temor que vergüenza, me acerqué a la estatua y en el suelo encontré varias monedas antiguas; dos reales y un céntimo. Me desperté sin saber muy bien donde estaba. Tenía la boca seca y un dolor de cuello importante...Joder, me había quedado dormido sobre el ordenador, solo había sido un sueño. Me levanté para empezar a recoger, y un tíntineo metálico sonó justo bajo mis pies. Me agaché, y el vello se me erizó. ¿Sabéis que hallé en el suelo? Exacto, dos reales, y un céntimo...

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