Gabriela

Gabriela llegó a mitad de curso. Era una chica tímida y guapa, sobre todo esto último. Era menuda. Sus ojos eran preciosos, no sabría decir el color, desde luego no eran ni verdes,ni azules, ni negros o marrones. Su pelo era una pasada, rizado y por debajo del hombro, y se le movía al andar, más claro que oscuro. Nos hicimos muy amigos, y como además de guapa era super inteligente, me ayudó durante el curso. El último día de clase me invitó a su casa, con una cara de esas de misterio que solo saben poner las mujeres. Yo, primero me ruboricé, y después, solo dos o tres segundos después, me aterré...¿A su casa?, ¿Qué querría?, ¿Quizás...le gustaba?... ojalá, pero seguro que no, se podría decir que yo era justo lo contrario a Gabriela; más bien feo -aunque mamá se empeñaba en decir lo contrario-, y digamos que no muy listo. A las cinco llegué puntual a su casa. Ellae recibió con una de esas sonrisas que...guau...subimos a su cuarto. Mi corazón estaba a mil por hora -no es que contará los latidos, pero a todo lo que puede dar un corazón-. Gabriela se agachó y sacó una caja del armario. Parecía una caja vieja, de piel o de cuero, no lo sé muy bien. La abrió. Dentro había una especie de alas de pájaro, con las plumas de los bordes doradas. La miré estrañado, nada de beso, pensé. Puso su dedo índice en mis labios, y me dijo muy bajito: "Soy un Ángel"...y de esta singular forma, empezó el que sería el mejor verano de mi vida...

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