Carne de primera

Schhhhh...Peter le tapó la boca a Robert y le miró cómo si los ojos se le fueran a salir de las órbitas. -Si haces tanto ruido nos van a descubrir- A Robert se le escapó una de esas risitas que sólo hacia cuando estaba nervioso. -Tranqui Peter- le contestó, - no hemos caminado medio bosque en mitad de la noche  para fastidiarlo ahora. 

Peter y Robert eran uña y carne, de esos amigos que no pueden imaginarse la vida el uno sin el otro, de ese tipo de amistad, tan pura y tan auténtica, que solo es posible disfrutar en la adolescencia. Habían caminado más de una hora por medio del oscuro bosque de Darek Lake, con la única finalidad de ver a las hermanas Wolf, Sally y Rebeca, como su madre las trajo al mundo. Eran dos muchachas bellísimas, de piel morena como la arcilla, pelo rizado y rubio, y unos ojos color miel que tenían el poder de romper el corazón de cualquier muchacho sólo con mirarlo. Los fieles amigos habían oído en el pueblo, que las bellas hermanas danzaban todas las noches desnudas, frente al calor de la chimenea, y reían, y cantaban, como auténticos seres celestiales. 

El primero en mirar por el ojo de la cerradura fue Peter...-Dios mío, es verdad- susurró. Las bellas hermanas se encontraban en el suelo de la estancia, y sí, estaban desnudas...pero Peter no entendía muy bien lo que estaban haciendo. Las hermanas se encontraban de rodillas en el suelo, sobre algo, parecían estar...¿comiendo? Robert pegó un empujón a su amigo, no se lo quería perder. Puso el ojo sobre la cerradura, pero la apoyarse sobre la puerta, está crujió. En ese momento, las bellas hermanas se dieron la vuelta. Sus ojos, sus ojos ya no eran color miel, ahora eran de un rojo intenso y ardiente. Tenían la cara salpicada de sangre y sus bellos dientes, ahora eran colmillos...¡Corre Peter, corre! Los amigos corrieron por el sendero como alma que lleva el diablo. Detrás, las hermanas, las bellas hermanas Wolf, corrían a cuatro patas, como verdaderos animales de presa. 

A los tres días, encontraron los cuerpos de los amigos. El pueblo se puso de luto. Según decían, habían sido atacados por lobos. El funeral fue muy bonito, casi todos los asistentes lloraron, y lo que más llamó la atención, fue el pésame que las hermanas Wolf dieron a sus padres: Eran chicos de primera...de categoría extra...


Fotografía y texto: Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.

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