El Condenado
Cuando más cerca de la muerte estoy, pues son escasas las horas que restan para entregarme al cadalso, más vivo me siento.
En estas, mis últimas horas, no añoro las posesiones que atesoré, ni las monedas de oro, ni los ropajes pomposos, siquiera las obras de arte que he logrado reunir. He recordado mi infancia. Hacía muchos años que no lo hacía. Fue una infancia feliz, muy feliz. He recordado vivencias que creía enterradas. Abrazos de mi madre, jornadas de caza con mi padre, juegos con mis hermanos...incluso he recordado la primera vez que me enamoré. El amor, el amor creo que ha sido lo más satisfactorio de mi existencia.
La primera chica de la que me enamoré, consiguió, sin saberlo, sin tocarme, sin hablarme, sin mirarme, hacerme el hombre más feliz de la tierra. Por unos segundos, he sentido esa emoción recorrer todo mi cuerpo. Sentimiento inefable. Puede que el cielo, el paraíso, sea algo parecido.
También he rezado, con un fervor desconocido para mi, y tengo el convencimiento de que mis súplicas han llegado al creador, a aquel que todo lo puede. No me hago reproche alguno, pues de nada serviría. Quizá, de lo único que me arrepiento, es de no haber amado más...¿Os dais cuenta? Cuando me encuentre maniatado, con la cabeza tapada, sintiendo la soga prieta alrededor de mi cuello, con los ojos cerrados y la boca seca, no pensaré en lujos, solo el amor ocupará mi mente... incluso, en estos momentos de lucidez premortem, entiendo la actitud de aquéllos a los que tanto desprecie, a los poetas, a los trovadores, a los monjes que dedican si existencia al altísimo, que no es sino amor...todos ellos descubrieron la importancia de lo intangible sobre lo corpóreo. Ha llegado la hora, oigo el crujir de las botas de la guardia. Si alguien encuentra está nota, espero que sea en circunstancias distintas a las mías y que tras leerla, tenga oportunidad de cambiar el timón de su vida, oportunidad que a mi me ha sido vetada. Ama, ama con todas tus fuerzas. Ama al sol, ama a la luna, ama a tus hijos, a tus amigos, a tu amada, ama sin medida, sin importar a quién, pues como dice el dicho, por mucho trigo, nunca es mal año...nunca...
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