La Carta, Esa enigmática Señora capítulo 2
Llegué a casa algo cansado, mi trabajo en la oficina era
rutinario: analizar operaciones de riesgo para algunas entidades de crédito;
activo, pasivo, balances…pero os aseguro que pasar toda una jornada estudiando
números (y lo que se esconde tras ellos) es agotador, y un lunes, más aún. Abrí
el cajetín del correo. La mayoría de las cartas no las leía, solo eran facturas
de electricidad, agua, mensajes comerciales…poco más, pero esa tarde recibí una
carta distinta. Era de un papel de calidad, color vainilla. Incluso estaba
perfumada…jazmín creo. No tenía remitente y estaba dirigida, escuetamente, al
Sr. Slope. Por las características de la escritura; redondeada, sin adornos
superfluos, cuidada, lenta, presionada… deduje que había sido escrita por una señora
de edad avanzada, no menos de setenta años.
Tomé una ducha rápida, encendí uno de mis puros aromáticos y
me serví un generoso whisky single malt con tres piedras de hielo. Respetaba
que en Escocia el whisky se tomara sin hielo, pero seguro ellos no estaban a veintiséis
grados a las nueve de la noche. Estiré
las piernas en el sofá y abrí la carta:
Estimado Sr. Slope:
Ruego permita que
oculte mi identidad, pero dadas las circunstancias y el tema que vamos a
tratar, es mejor así para los dos. Si tras la lectura de esta breve carta está
interesado, podremos vernos y dialogar en persona sobre este asunto.
Leí su carta, la que
envió al periódico local el pasado domingo trece, interesándose por el
significado de un símbolo y contando su experiencia, algo extraña, en un banco
con una señora que llevaba tatuado el signo de su interés.
Dispongo de información
sobre este asunto. No me mueve ningún tipo de beneficio con esta empresa, solo
el placer de poder ayudarle. Tengo setenta y tres años y paso mis días
escuchando música y leyendo, sin ninguna pretensión más que vivir los años que
el Señor haya dispuesto para mí.
Solo le puedo adelantar,
que el símbolo de las dos alas y las dos estrellas pertenece a una sociedad
hermética y secreta, conocida como “Milites Deus”.
Si desea que le
facilite la información de la que dispongo, estaré encantada de hacerlo el próximo
martes, a las cuatro de la tarde, en la cafetería “Napoleón House”, situada en
el barrio francés. Llevaré un sombrero con una pequeña pluma de pavo real.
En todo caso, le deseo
toda la suerte y la felicidad que sea usted capaz de sentir,
Un fraternal abrazo,
La carta me produjo sentimientos encontrados. “Milites Dei”,
significaba algo así como los Soldados de Dios, o el Ejército de Dios, no
estaba muy seguro. El tono de la carta era cordial, pero el final de la misma
me resultaba algo inquietante.
Soldados, Dios, una carta anónima…apuré el whisky
contemplando la bella, bellísima, puesta de sol. Abrí los ojos como un búho. Mañana, mañana era martes. Por primera vez en años estaba indeciso,
seguramente porque era la primera vez, en años, que tenía que tomar una
decisión que no fuera elegir entre tomar whisky o cerveza, fumar un cigarrillo
más o no…pero no, no lo decidiría en ese momento. Me limitaría a acostarme, por
la mañana pensaría con más claridad.
Texto y fotografía Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.
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