Era la encarnación viva de la mítica canción de Barón Rojo " Chicos del Rock ". A finales de la roquera década de los ochenta, su madre, haciendo un tremendo esfuerzo económico, le compró su primera guitarra eléctrica, una autentica Marshall jcm 600 vintage. Su padre los había abandonado años atrás, y su madre se había visto obligada a ganarse la vida limpiando domicilios ajenos. Salía muy temprano de casa, aún de noche y regresaba también de noche. Él estaba comenzando su adolescencia y no lo llevó nada bien. Durante años culpó a su madre de que su padre saliera huyendo y la trató a patadas. Eso lo llevaba dentro y más de una vez, con un par de whiskys había llorado y se había maldecido por ello. Se refugió en el Rock. Su madre, a la que trató tan mal, le compraba de cuando en cuando LP´s de sus grupos favoritos: Barón Rojo, Barricada, Metallica, Iron Maiden...y su mayor anhelo, su deseo más intimo al que dedicaba la mayoría de sus ensoñaciones, era aprender a toca...
Nunca he sido muy avispado, por eso quizás me hice detective. Si hubiera sido un tío inteligente, sería ingeniero o arquitecto. Pero no me quejo. Este trabajo me ha permitido seguir siendo lo que siempre he sido; un lobo solitario, un perro callejero...Un canis lupus... Puede que no sea un lumbreras, pero eso no quita para que haga mis pequeñas reflexiones, de andar por casa, vale, pero trabajo intelectual al fin y al cabo. Me gusta reflexionar, especialmente cuando acaba el día. Entre la oscuridad, algún trago de whisky y un cigarrillo, me da por pensar. Hoy estoy pensando, en el gran paralelismo que existe entre la vida y el boxeo. Si, tal cuál...en la vida, todos somos pugilistas... La gran mayoría de los boxeadores que pelean por los primeros puestos, son tíos normales. Llegan donde llegan gracias a su esfuerzo, a su sudor... Igual que en la vida. El esfuerzo es la clave de todo. No busques más, y joder, deja de comprar lotería... también hay una minoría de peleadores...
Paseaba por la calle Fuencarral, me encanta esa calle, la vida que desprende. La música navideña salia de los comercios y se entremezclaba con el bullicio. Me quedé prendada mirando unos zapatos rojos de tacón y fue cuando sentí el tirón de mi vestido. La niña tendría unos cuatro años, cinco a lo sumo. La miré forzando una sonrisa, no soporto a esas criaturas absurdas y dependientes. "Eres un cuervo" eso es exactamente lo que me dijo la niña repelente. Le saqué la lengua y le puse cara de asco y la niña, sonriente, se perdió entre la multitud, dando saltitos y moviendo su estupida trenza. En ese momento no me di cuenta de nada. Me di la vuelta y compre los preciosos zapatos rojos de tacón. Pasaron los meses y llegó mi parte favorita del año, el verano. Siempre pasaba el mes e julio fuera de Madrid, en cualquier punto de costa. Decidí ir a Málaga. Alquilé una pequeña casa cerca de la playa. Los primeros días fueron tranquilos; sol, playa, espetos y alguna sal...
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