Conversando con Lilith

Siempre me había fascinado el mundo de los sueños, desde pequeño. Recuerdo un extraño, por abstracto, sueño que tenía de forma repetitiva a la tierna edad de cuatro o cinco años. Consistía en la visión de una ficha de ajedrez, un alfil, rodeada por círculos de diversos colores. Tras esta visión, es como si mi yo no físico transcurriera por una especie de cable o hilo, angosto en algunos de sus tramos. Si, absurdo, ya lo sé, pero así era mi primer sueño repetitivo.

Con el transcurso de los años, mi mundo onírico fue mutando, pero siempre de forma interesante para mí. Incluso llegué a notar, o eso creo, la llegada exacta de mí mente al sueño.

Una noche cualquiera, mientras disfrutaba de un sueño reparador, la vi por primera vez. Tenía una belleza muy terrena. No una belleza de esas serenas, que solo apetece contemplar a ratos. Era una belleza integral, de conjunto. Se encontraba junto a un lago muy hermoso. Había animales que jamás he contemplado, así como una vegetación exuberante. Ella me miró y me dijo un agradable "hola", acompañado de una sonrisa.

Me acerqué a ella con naturalidad, como ella me había hablado. ¿Sabes quién soy? Me preguntó. “No perdona, no te conozco”. Soy Lilith. Me acerqué a ella y le di dos besos, por educación. Tenía un olor que me resultó familiar, pero aún hoy no he descubierto a qué pertenece.

“Encantado Lilith”. ¿Sabes que podía haber sido tu madre? “¿Mi madre? Pues no, no lo sabía. ¿Y cómo es eso?

Verás, yo fui la primera mujer de Adán.

Me quedé de piedra. Desconocía que Adán hubiera tenido una primera mujer, antes que Eva, la petarda de Eva por otra parte.

Si, no pongas esa cara, rió complacida. Ven siéntate. Nos sentamos a la orilla del lago, y comenzó a relatarme:

Dios cuando creó a Adán, también me creó a mí. De barro, exactamente igual que a él. Al principio todo fue muy bien. Adán era muy amable, se preocupaba por mí y yo por él. Pero poco a poco, la cosa cambió. El pensó, no sé porqué, que era superior a mí. Ambos compartíamos creador y materia prima, todavía no he logrado entenderlo. Se empeñó, cuando íbamos a yacer, en ponerse encima de mí, como señal de autoridad. Hasta que me cansé. Un día, que ya no podía más, llamé voz en grito a Dios. Se personó enseguida. Le conté todo y ¿sabes lo que me dijo? Que eso era lo que había. Que él nos había creado, pero que ahora nos tocaba a nosotros organizarnos. Yo me enfadé muchísimo y le dije que me iba. Que me iba y que me fui. Abandoné el Paraíso, tal cual.

Dios, cuando lo vio, le hizo rápidamente otra mujer a Adán, pero esta vez no la hizo de la misma materia, la hizo de una costilla suya por lo visto. Y fíjate cómo acabó la cosa....Se puede decir que soy la primera separada de la historia. Luego la gente se ha inventado cosas, ya sabes cómo es, que si soy muy mala, que si soy un demonio...A mí me da igual, que hablen lo que quieran. Solo soy una mujer, como podía haber sido un hombre. Tampoco hay mucha diferencia.

De fondo, empecé a oír el despertador...Lilith, me tengo que ir. Que sepas que a mí me parece muy bien lo que hiciste, ese Adán parece un auténtico capullo. Le di otros dos besos...Otra vez ese olor que no logro descifrar, y me despedí de ella.

Algunas noches, no todas, mi mundo onírico que es muy caprichoso, me lleva a ver a Lilith, y me da mucha alegría. Es guapísima. De hecho creo que estoy enamorado de ella, no es para menos. Ya os iré contando alguna de nuestras conversaciones, son muy interesantes. Que gran mujer...

Fotografía: Gema Benito. Texto: Pepe Desastre. Todos los derechos reservados.


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