Ese extraño picor en la nuca
Era un tío normal, eso lo tenía claro. Cualquier hubiera actuado como él. Al principio se resistió, no entendió la magnitud de su misión.
Todo empezó un jueves por la tarde. Estaba sentado en su local favorito, la cafetería modernista "Gaudí". Allí, por el tipo de público que acudía, en su mayoría ejecutivos de mediana edad, pasaba desaparecido. No recibía miradas acusatorias ni cuchicheos.
Se encontraba disfrutando de un whisky con hielo, cuando empezó a notar un extraño picor en la nuca. Al principio se rascó con suavidad, utilizando la mano izquierda, ya que con la derecha sujetaba el vaso ancho de whisky. A los pocos minutos, se vio obligado a soltar el vaso en la barra y rascarse, casi compulsivamente, con las dos manos de forma simultánea.
De la misma forma sorpresiva que apareció, se esfumó. Entonces oyó la voz, con total nitidez, por primera vez. Era una voz metálica, carente de tono o de sentimiento. Era una voz muy parecida a la que emiten los dispositivos GPS instalados en cualquier vehículo. Le estaba dando una dirección, repetidamente, como una grabación en bucle.
Apuró el whisky y caminó hasta el vehículo. Introdujo la dirección que la extraña voz le estaba facilitado en su navegador y emprendió la marcha. La voz cesó de inmediato.Condujo durante casi dos horas, más de doscientos kilómetros. Llegó a una zona residencial y estacionó frente a la dirección facilitada por la voz.
Era una casa unifamiliar, de dos plantas, pintada en color marrón chocolate. Sabía lo que tenía que hacer. Buscó en la guantera. Lo único que encontró que le pudiera servir, fue un destornillador de estrella. Sin pensárselo dos veces, se bajó del vehículo y llamó a la puerta.
Le abrió un chico bien parecido, vestido con un pijama de esos que imitan una equipación de baloncesto. Lo miro extrañado. Sin mediar palabra, le clavó de una embestida el destornillador en la parte izquierda del abdomen, junto al hígado. El chico abrió los ojos con una expresión de horror y sorpresa. Sin sacar el destornillador, lo empujó hacia dentro de la casa. Sentía la sangre, cálida, resbalar por su mano. La americana, azul con coderas estaba para tirarla, pensó. Lo dejó caer, ya inerte, en el suelo del hall.
Miro en toda la primera planta, no había nadie más, pero él sabía que "la misión" no se había completado. Subió las escaleras, con total naturalidad. Arrojó el destornillador al suelo, estaba lleno de sangre y su tacto, untuoso, le repugnaba.
Ella estaba en el cuarto de baño, peinándose. Llevaba puesto un pantalón corto, amarillo, y una camiseta azul de manga corta, ajustada, que dejaba entrever una agradable figura y un pecho generoso. No sintió ningún tipo de deseo sexual.
Entró al baño y la cogió directamente del cabello. La arrastro por las escaleras hasta la cocina. Ella no se resistió, lo miraba espantada, y emitía una especie de chillidos sordos o gemidos, no lo tenía claro.
En la cocina, la pateo, hasta dejarla inconsciente. Miro a su alrededor y se le ocurrió. Con una sonrisa, abrió la puerta trasera de la cocina y cogió la bombona de butano. La levantó por encima de su cabeza y dando un profundo y grotesco grito, la estampó sobre la cabeza de la chica. El sonido que produjo fue espeluznante. Como un crujido seco, quizás el que pueda emitir una sandía pesada al caer al suelo...
...Perdió el control. Cogió la bombona de butano una vez y otra vez y otra vez, así hasta en trece ocasiones. La cara de la chica, su cuerpo en general, estaba irreconocible. Una mezcla de sangre y de masa encefálica cubría parte del cuero cabelludo de la chica. La camiseta ya no era azul. El pantalón tampoco era ya amarillo.
Estaba exhausto. Abrió el frigorífico, cogió la única lata de refresco, Fanta de naranja, y se la bebió de un solo trago. Se desvistió, y desnudo, se tumbó junto a los restos de la chica. "Aún está caliente la sangre" pensó, mientras abrazaba y besaba, paternalmente, los restos de la chica. Recordó ese extraño picor en la nuca, esa extraña y metálica voz, y a los pocos minutos, se quedó dormido..
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Pepe Desastre. Todos los derechos reservados. |
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