Grises como el Mar
Grises como el mar, así se tornaron mis ojos desde aquel extraño día. Fui marino mercante durante treinta y ocho años. Una vida que me proporcionó alegrías y tristezas a partes iguales y así como experiencias variopintas que me permitirían escribir un libro de varios tomos, pero no, no es esa mi intención. Igual cargábamos grano en Argentina, que cobre en Sudáfrica o telas en Indonesia. Navegábamos de un puerto a otro, sin sospechar siquiera el siguiente destino. La vida abordo era dura. Frío, calor, lluvia, miedo...y soledad. Pasaban los días y las únicas palabras que se pronunciaban a bordo eran las estrictas para desarrollar nuestra marinera labor, nada más. A veces pensaba que navegábamos en un buque fantasma, y que no éramos sino almas en pena de antiguos bucaneros, purgando los más viles pecados que un hombre pueda cometer. Aún así, la hermandad a bordo era palpable y si bien escasos, también había momentos de alegría. Aquella noche me encontraba inquieto, nervi